Quizás hoy encontremos un buen momento para preguntarnos si realmente conocemos la ciudad en la que vivimos, más aún, para hacer el ejercicio de describirla y de pensar cómo la vemos y la sentimos.

Guayaquil es una ciudad viva y que invita a vivir. Es alegre, activa, dinámica, luminosa, llena de gente emprendedora y solidaria. Lugar donde palpita el pulso del país y donde nos sentimos orgullosos de ser guayaquileños aunque hayamos nacido en otro suelo.

Guayaquil es una ciudad que ha renacido más de una vez, se levantó después de las invasiones de los piratas, después de los incendios, después de las malas administraciones municipales y del maltrato de algunos gobiernos, siempre buscó sus soluciones con creatividad, trabajo y generosidad.

Hoy es una ciudad moderna, que pisa con seguridad el siglo XXI y que necesita como siempre del cuidado y cariño de quienes la habitan. Si la conocemos bien, si la miramos sin prejuicios sabemos que el entorno es más amigable y más saludable para la mayoría de sus habitantes, queremos que lo sea para todos y lograrlo depende de cómo ejercemos nuestra ciudadanía. Si queremos rendirle un homenaje propongámonos vivir la guayaquileñidad.