“Debo a la conjunción de un espejo y de una enciclopedia el descubrimiento de Ucqbar”. Inicio de uno de mis cuentos favoritos de Borges.

Guayaquil, domingo familiar: Debo a la conjunción de un televisor y al zapping (acción de saltar entre un canal y otro) mi descubrimiento de Ucqbar.

Seguro de haber escogido Ecuavisa, continúo con mi desayuno, cuando de pronto me encontré inmerso en un mundo paralelo, creado al estilo de los sabios inventores del planeta que vio la luz en la “Primera Enciclopedia de Tlön”, editada por la sociedad Orbis Tertius (Secom).

Para quienes no han leído este magistral cuento de Borges (Tlön, Ucqbar, Orbis Tertius), un secreto grupo de científicos de todos los ramos de la ciencia se unen para inventar un planeta: historia, geografía, arte, etcétera. El golpe maestro es la “inmersión” de este planeta en el mundo real, incluyendo paulatinamente menciones de aquel en ciertos volúmenes de prestigiosas enciclopedias y en la vida misma: “Si nuestras previsiones no erran, de aquí a cien años alguien descubrirá los cien tomos de la Segunda Enciclopedia de Tlön. Entonces desaparecerán el inglés, el francés y el mero español. El mundo será Tlön”. Lectura recomendada.

¿Un programa de entrevistas “nuevo” en Ecuavisa?, me pregunté, pero reconocí al conductor de otro canal: ¡Estaban transmitiendo un programa de otro canal!: Pulso Político de TC.

La duda me consumió y esperé hasta el final en que una aclaración textual –esta sí de Ecuavisa– expresó su rechazo e inconformidad por ser obligada a transmitir programas ajenos. Ah, yaaaa... ¿Y si no hacían casito?

Días antes, después de un partido –me olvidé de cambiar– en uno de los canales incautados “temporalmente”, me quedé viendo lo que parecía otra cadena, esta vez “contra” la administración de diario Hoy (ojo que no digo “sobre” o “acerca de”). Me dirán que no es noticia que hagan trapo a los enemigos del Gobierno en la tele, ¡pero el chiste es que no era una cadena!, era el “noticiario”... ¡uff!.. ¿Después por qué cambia de canal uno? Pan de cada día –dirán muchos– pero me dio coraje. En fin, otro menos.

Como es natural, zapping vueltamente, pongo uno “normal” y sorpresa: ¡Ahora sí!, una “cadenita” que terminaba con una mujer arrugando y tirando a la basura –casi un ritual de la revolución– un ejemplar de un diario. Ecuánime y conciliadora característica de los preconizadores del “prohibido olvidar”, o la inspiración de uno de los heresiarcas de Uqbar.

Pero no basta con la ley Mordaza, ni el ser oficialmente declarado como un “no medio de comunicación” y tener luz verde en los sábados de terror; ahora la comunicación tiene que ser un “servicio público”, igualito como hicieron los compañeritos Mussolini y Franco. Listo: “El mundo será Tlön”.

Esta enmienda junto con la reelección ad infinitum va. ¿Y una consulta popular?..., nos cae lama, no se trata de los toritos.

Orbis Tertius paulatinamente me hizo entender el enorme reto que implica escribir –o perpetrar– artículos de opinión, entonces, y por si en el camino hasta las manos del amable lector se llegare a extraviar en la compleja red del internet –o de mi propia autocensura– la ocurrencia de este confeso  corrupto  y limitadito, transcribo el final del prólogo, esta vez autoría del Gabo, de sus  12 cuentos peregrinos:

“Por fortuna, para estos doce cuentos peregrinos terminar en el cesto de los papeles debe ser como el alivio de volver a casa”.

Un secreto grupo de científicos de todos los ramos de la ciencia se unen para inventar un planeta: historia, geografía, arte, etcétera. El golpe maestro es la “inmersión” de este planeta en el mundo real, incluyendo paulatinamente menciones de aquel en ciertos volúmenes de prestigiosas enciclopedias y en la vida misma...