La presión sube y baja, uno no sabe si sentarse o ponerse de pie; se siente el corazón latiendo más rápido que nunca, retortijones. ¡Todo eso porque nuestra Selección estaba a punto de jugar! No se iniciaba aún el partido de Ecuador con Suiza y ya la emoción causaba estragos. Escuchar el Himno Nacional retumbando en el estadio Nacional Mané Garrincha ¡me emocionó hasta las lágrimas! ¡Lo mismo el primer gol de nuestra Selección! No, no soy una experta en fútbol, pero cualquiera que vio ese gol sabe que fue un golazo. Luego de soltar el alma en un grito con esa anotación, esta regresó a mí cuando vi el primer gol de Suiza, y en el último suspiro del juego llegó su segunda anotación. ¡Qué dolor! Un triunfo hubiera sido el regalo perfecto para todos esos padres que celebraban su día ese mismo 15 de junio.

Muchos papás festejaron su día con sus familias, con un ojo en la reunión y otro en el televisor. ¿Pero quién se atrevería a decirles algo? Ese día son los reyes. Aunque todos los días debería ser el Día del Padre, el sacrificio constante que hacen trabajando largas horas para darles a sus familias lo mejor, a veces la educación que ellos no tuvieron o las oportunidades y sueños que nunca pudieron realizar. Siempre dando todo por sus hijos, deseando que seamos mejores que ellos, diciéndonos que esa sería su mayor realización como seres humanos. Sé de muchos padres que han dejado sus metas y anhelos a un lado por sus hijos. El mío es el testimonio más cercano que tengo. Sé que pudo haber tenido más logros a nivel profesional, pero tenía cuatro grandes razones en casa que lo hacían analizar y reanalizar cada una de sus decisiones. Gracias, papito (así nos inculcó mi mamá a llamarlo), por todos sus sacrificios para sacarnos adelante. Gracias a todos esos padres ecuatorianos que velan y luchan por sus hijos día a día. Ustedes se merecían el mejor regalo el domingo, sí, ese que todos esperaban… que ganara la Selección. Pero bueno, siempre hay oportunidad para dar “regalos atrasados”, así que el próximo partido puede que llegue, puede que se dé… qué digo “puede”, va a darse: ¡Vamos, Tri!

Y así como le doy ánimo a mi querido Ecuador, se lo tengo que dar a Colombia también: ¡Vamos, Colombia! Y no me refiero a su selección, que vuelve a jugar en un Mundial luego de 16 años, sino al hecho de que este pasado domingo Juan Manuel Santos fue reelegido como presidente. Muchos dicen que votaron por la paz, esperemos que Santos cumpla con las expectativas de su pueblo. Que gobierne con sabiduría, a conciencia, y nunca ignorando que casi siete millones de colombianos votaron contra él. Deberá gobernar para todos por igual, gobernar con democracia, independencia de poderes y, sobre todo, respetando las libertades y derecho a la información de sus mandantes. ¡Suerte, presidente Santos; suerte, Colombia!

¡Qué domingo!, ¿no? Y bueno, uno de los tres eventos narrados aquí está por repetirse, con diferente contrincante, pero con los mismos sentimientos y emoción. Solo espero (yo y otros 14 millones de ecuatorianos) que esta vez la celebración sea completa. ¡Viva la Tri, viva Ecuador! ¡Vivan los padres! ¡Adelante, Colombia!