El doctor Eduardo Peña Hurtado indica correctamente que la Cámara de Comercio de Guayaquil ha coauspiciado con el Instituto Cato –donde trabajo– dos eventos durante su administración. Pero mi crítica es de fondo y abarca décadas de liderazgo empresarial en Ecuador.

Considero que muchas veces los gremios privados han adoptado posiciones conciliadoras con el poder político, con el ánimo de ser “pragmáticos”, pero en detrimento de principios que servirían de fundamentos sólidos para la prosperidad de los afiliados y la sociedad en general.

No una, sino dos veces incluí en mi artículo la frase “salvo honrosas excepciones”, pues conozco personalmente a empresarios que desde hace años realizan un esfuerzo solitario por financiar la promoción de ideas de libertad en el país.

Una institución que cumple 125 años en el 2014 debería mirar más allá de lo inmediato y estar involucrada en el debate de principios. Esto no significa que la CCG descarte la posibilidad de llegar a acuerdos con el gobierno de turno, sino que cualquier conciliación se haga si esta nos acerca al objetivo que sería deseable a largo plazo para sus socios actuales y los que están por venir: una sociedad libre donde haya más oportunidades de superarse para todos. Por eso no basta realizar críticas coyunturales porque se cede todo el territorio ideológico a quienes consideran que es inmoral el mercado y es allí donde se ganan “los corazones y las mentes” de la gente.

Gabriela Calderón de Burgos, Guayaquil