¿Que le roben el celular en medio de una conferencia sobre seguridad?

¿Que se contagie de gripe en un congreso sobre antigripales?

¿Que caiga en el sopor del sueño en medio de una charla sobre motivación?

Es, más o menos, lo que le ocurrió a un grupo de personas con orientación sexual diversa que asistía al primer debate de la Ordenanza para la Inclusión, el Reconocimiento y Respeto a la Diversidad Sexual y Sexo-Genérica, en el seno del Cabildo cuencano.

El jueves de la semana pasada, minutos después de que se instalara el primer debate de esta ordenanza –que, entre otras cosas, busca condenar la discriminación y exclusión contra las personas por su orientación sexual, crear la Mesa de la Diversidad Sexual y Sexo-Genérica GLBTI, prohibir el emplazamiento de “centros de curación” de la homosexualidad–, un grupo de concejales abandonó la sala de sesiones, dejó sin quórum al Cabildo y, en consecuencia, la sesión se suspendió.

“Entre los concejales que abandonaron la sala estuvieron Norma Illares y Paúl Ramón, de PAIS; Joaquín Peña y Julio León, de movimientos locales; Wilson Muñoz, del PSC, y Lauro López, de Igualdad”, refiere la crónica de un diario local.

El motivo del abandono fue sentar un rechazo “al show”, a la “especie de desfile de modas, de minifaldas (...), vestidas de reinas, princesas y con trajes demasiadamente llamativos para una reunión seria”.

La paradoja revela que, simplemente, no todo el Cabildo está listo para enfrentar el debate de una ordenanza que condena la discriminación, sin antes poner en evidencia toda la intolerancia que se represa en sus almas: López admitió públicamente que se opone a la prohibición de una ordenanza que impide la apertura de “centros de sanación de la homosexualidad”. Para muestra, un botón.

Si bien fue en Cuenca donde se inició el movimiento de despenalización de la homosexualidad, que hasta 1997 estaba sancionada con prisión, esa postura de vanguardia quedó estancada en los atavismos de una formación pacata e intolerante. Una ordenanza similar ya está en vigencia en Quito desde el 26 de diciembre de 2007, garantizando “la inclusión de la diversidad sexual GLBTI en las políticas del Distrito Metropolitano como eje transversal en el desarrollo de las políticas y programas de Municipio”.

Un mundo de convivencia es posible solo si se acepta la diversidad. La libertad en la diversidad. El respeto en la diversidad. En un Estado en el que las garantías constitucionales tienen una categoría más contundente en materia de derechos, no cabe autoridades con esperanzas conventuales puestas en la “cura” asistida de la homosexualidad, como si se tratase de una enfermedad viral, o un mal hábito de la moral.

Esta misma mañana, los representantes ciudadanos se instalarán nuevamente a tratar el tema en el Cabildo cuencano. Una reunión que resultará inútil si es que los concejales no dejan de temer a los demonios que habitan en sus interiores o superan con entereza aquella ingenua creencia de que “la homosexualidad se cura”. Lo importante es tomar conciencia de que lo que se debe rehabilitar son las actitudes discriminatorias, consecuencia de una formación anacrónica.