Veinte años en tierras de Andalucía no han alterado su acento quiteño. Sencillo, ocurrido y calvo, Fernando Hidalgo Nistri, es un hombre afortunado, pues es uno de los poquísimos, si no el único, ecuatoriano dedicado a tiempo completo a hacer historia, investigando archivos y fondos en diversos países de América y Europa. Para su mayor suerte vive en Sevilla, no a demasiada distancia de esa inigualable cantera de información que es el Archivo General de Indias. Esto lo ha sabido aprovechar produciendo libros y textos de gran rigurosidad científica. Su última obra titulada igual que este artículo tiene como subtítulo ‘Religión, escatología y ethos conservador en el Ecuador’.

Profundo y sólido el libro analiza la trayectoria y los contenidos del pensamiento conservador, desde la muerte de García Moreno hasta la primera mitad del siglo XX. Esta corriente de pensamiento ha sido, de largo, la más elaborada y, a la cuenta, la más influyente de las doctrinas políticas que han prevalecido en el país. El liberalismo ecuatoriano, por desgracia, fue incapaz de generar un corpus ideológico riguroso y coherente. Más tarde aparecerán los socialismos que en la construcción de sus idearios fueron más cuidadosos, aunque poco originales, y al acercarse a los hechos, coincidieron en mucho con lo que los conservadores habían planteado cincuenta años antes. El doctor Hidalgo Nistri inserta el ethos conservador en la cosmovisión barroca. Es interesante ver cómo establece analogías entre el arte barroco y la praxis política conservadora. Por ejemplo, como sabemos ese estilo tenía un “horror al vacío”, que se expresa en las recargadas ornamentaciones que no dejan libre espacio alguno. El autor encuentra que el hacer presidir un desfile militar al cadáver de García Moreno se enmarca en esa idea, tampoco en el poder no puede haber vacíos. Disquisiciones eruditas e imaginativas como esta conforman una argumentación impecable.

La república del Sagrado Corazón es una utopía religiosa y política, que se soñaba instaurar en este país al que se consideraba privilegiado por la Providencia por sus circunstancias geográficas e históricas. El libro que comentamos traza una clara filiación entre este movimiento y, sorprendentemente, el socialismo utópico y el positivismo, influencias que lo marcarán fuertemente. Los principales ideólogos de esta tendencia son notables intelectuales: Jacinto Jijón y Caamaño, Julio María Matovelle, Remigio Crespo Toral, Honorato Vásquez y otros de similar talla. Tras el triunfo de la Revolución Liberal esta tendencia deriva hacia el catolicismo social. Desde allí es clara la línea que llevará a la Teología de la Liberación y a la izquierda cristiana. Sus temas los asumirán todos los movimientos reformistas y aun revolucionarios que han aparecido en el país. Al lector de estos días le llamará la atención la proclamación de la superioridad de lo comunitario sobre lo individual, la aversión al liberalismo, el nacionalismo, el expreso antiimperialismo, la reforma agraria, el culto a los héroes de la Independencia y otros conceptos que actualmente son banderas del progresismo, pero que fueron levantadas por los ultraconservadores hace un siglo.