Al líder le ha molestado mucho que se lo considere como una persona de derecha. Tiene toda la razón de molestarse porque no es agradable que le ubiquen entre gentes que se estancaron en algún momento muy lejano de la larga historia de la humanidad. Pero, para desprenderse de ese grupo, para que no le consideren como uno de sus integrantes, sencillamente hay que pensar y actuar de manera diferente a ellos. No basta con decir que está en el otro lado. Marx –que algo sabía de esto– decía que a la gente se la debe juzgar por lo que es y por lo que hace mas no por lo que ella dice que es. Si tiene ojos de gato, piel de gato, maullidos de gato, ronronea como gato, sería un error asegurar que se trata de un perro.

En la sabatina del sábado 26 de octubre respondió muy enojado a una de esas opiniones. Como corresponde al libreto de ese espectáculo, para rebatir la opinión de una persona se saca una frase por aquí, otra por allá y se termina por construir un muñeco de paja contra el que arremete la furia del líder. Su argumento, construido sobre esa información parcial, desmembrada y descontextualizada, fue que la posición frente al aborto no define la ubicación en la izquierda o en la derecha, sino que ella se establece por criterios económicos y sociales, por los modos y las formas de producción y no por temas de valores.

Si hubiera tomado en su totalidad el contenido de la entrevista de radio, en que fue formulada esa opinión acerca de su posición político-ideológica, habría podido comprobar que ella se basaba no solamente en su posición ultraconservadora frente al aborto, sino en su decisión de impulsar el extractivismo, en la opción por la explotación del petróleo del Yasuní, en la persecución a las organizaciones sociales, en el contenido represivo del Código Penal que están elaborando sus legisladores y en la definición de Corea del Sur como el modelo a seguir. Es decir, en criterios económicos y sociales que, junto a los valores, lo sitúan lejos de la izquierda.

Pero, aunque fuera solamente en el campo de los valores, allí también se establece la diferencia entre izquierda y derecha. Esta diferencia comenzó cuando los revolucionarios franceses, sentados a la izquierda, reivindicaron libertad, igualdad y fraternidad, una trilogía en la que dos de sus componentes (libertad y fraternidad) aluden a valores y solo uno (igualdad) puede ser asociado a factores económicos y sociales. Con el andar del tiempo, cuando la humanidad pudo medianamente satisfacer las necesidades básicas de las mayorías, cuando se generalizó la protección laboral, cuando se superaron los niveles de explotación de los inicios de la revolución industrial, las reivindicaciones de la izquierda volvieron al campo de los valores. Son las reivindicaciones denominadas posmateriales, entre las que se cuenta el derecho al aborto en ciertas condiciones. Pero, obviamente, son ignoradas por quienes consideran que el ser de izquierda se reduce a mandar a los ricos a comer mierda.