Aquella noche del sábado, cuando apenas había bajado del avión, las sirenas del cuartel del Cuerpo de Bomberos ubicado frente al aeropuerto Mariscal La Mar empezaron a ulular con insistencia. Una llamada y lo confirmo: incendio en la iglesia de la Morenica del Rosario, la de Santo Domingo.

Se me heló la sangre por todos los afectos con el patrimonio de la ciudad, pero sobre todo con la Morenica del Rosario. Camino hasta Santo Domingo sin apuro; no es cobertura, voy de dolido curioso. Mientras camino, pienso en todos los factores que conspiran contra ciudad y ciudadanos que decidieron mantener la memoria histórica de la urbe, sostener la declaratoria de Patrimonio Cultural de la Humanidad. Vivir en armonía.

A pocas cuadras del incendio, un volquete impide mi paso; está sobre la vereda y desde el interior de una casa patrimonial contigua, el patrimonio sale en carretillas, convertido en tierra que va directo al balde del volquete y de allí a un botadero de escombros.

Dolido curioso me asomo por el otrora zaguán y una helada, gris e implacable estructura de hormigón y ladrillo ha empezado a crecer como cáncer, desde dentro. Y la enfermará, carcomerá y nos dejará sin ese patrimonio.

Hay una explicación para que se haya emprendido esta cancerígena tarea en la noche del sábado: a esa hora, los inspectores municipales no trabajan. Así se han perdido muchas de las joyas arquitectónicas de la ciudad, los inspectores lo saben, pero qué más da: los fines de semana son sagrados; la responsabilidad de inspector y la conciencia sobre el patrimonio terminan a las 18:00 de cada viernes.

Por eso, hoy mismo dudo de la sanción a la franquicia McDonald’s, cuya llegada a Cuenca fue asumida casi como señal de verdadero progreso; y vimos al mismísimo alcalde de la ciudad colocando la “primera piedra” en el solar donde se levantaría el templo del “fast food”. Y a cientos de jóvenes enfilados con carpeta bajo el brazo, dispuestos a colocarse un mantel en la cintura en los tiempos libres de sus estudios universitarios para “ser alguien” en el mundo globalizado.

El anterior fin de semana –porque parece que “a donde fueres haz lo que vieres”– quienes construyen el local para esta franquicia esperaron las sombras de la noche del domingo y cortaron un árbol que incomodaba en uno de los accesos al local de comida rápida. Y como el tema de la llegada de McDonald’s a Cuenca ha sido polémico en redes sociales, las reacciones por la acción de los constructores fueron virales y virulentas. El Municipio decidió sancionar a la constructora, colocar sellos de clausura en la obra y esperar un informe para multar hasta con el 400 por ciento de un salario básico unificado.

La reflexión la planteo a pocas horas de embriagarnos con el aniversario de la Independencia española del 3 de noviembre; a cinco meses de volvernos a embriagar por el aniversario de la fundación española de la ciudad, el 12 de abril. ¿Vivimos, con obras y acciones, el verdadero patrimonio humano en busca de la armonía con el otro y con nosotros mismos? ¿Somos coherentes?

Sospecho que la ciudad es una hamburguesa y nos la estamos comiendo todos, desde dentro.