Los YASunidos deberían buscar urgentemente una asesoría externa, porque es obvio que por sí mismos no se han dado cuenta que hay quienes se están aprovechando de su candidez política. Como se dice en términos criollos –y perdonando la palabra–, les están aplicando el pendejómetro. Si no fue suficiente la lectura de la respuesta de la Corte Constitucional para darse cuenta de eso, entonces hay que preguntarse qué están haciendo en la política. La decisión de ese organismo señala de manera clarísima que el camino de la consulta popular será un laberinto sin salida. Decirles que primero deben recoger y presentar las firmas para pronunciarse después sobre la constitucionalidad de la pregunta es una forma nada elegante de mandarles a dar vuelta a la manzana para hacerles entrar por una puerta trasera que no existe. En el mejor de los casos, cuando hayan recorrido todas las instancias, encontrarán que cualquier acceso estará cerrado con veinte cerrojos y se hallarán de nuevo en el punto de partida.

De paso hay que decir que la respuesta de la Corte constituye un retroceso en la aplicación de la consulta popular por iniciativa ciudadana, que es una de las formas de democracia directa establecidas en la Constitución. De aquí en adelante será prácticamente imposible ejercer ese derecho porque, aunque no haya sido formulada como un dictamen, según sus integrantes esa decisión crea jurisprudencia. Al invertir el orden los factores, la Corte demostró que la lógica no ha logrado entrar a sus salas o que el cálculo político sigue imponiéndose por encima de los criterios jurídicos e incluso del sentido común. Han demostrado ser excelentes discípulos de los tribunales de El proceso, la novela de Kafka que seguramente la mitad más uno de ellos no la ha leído.

Una sencilla evaluación de esa decisión del máximo organismo de control constitucional debería producir un cambio radical de la táctica y de los procedimientos escogidos por los grupos que impulsan la consulta. Más aún si a todo lo dicho y hecho por la Corte se suma el entusiasta trabajo desplegado por el líder para sumar apoyos a su inteligentísima tesis de explotar el petróleo para dejar de ser petroleros. Alcaldes y jefes parroquiales se fueron alineando rápidamente, mostrando casi tanta agilidad como la de los asambleístas que, en cuestión de horas o minutos, olvidaron sus encendidos discursos de defensa de la Pacha Mama y de los pueblos no contactados. Esa vieja conocida que es la relación clientelar demostró en estos días que está más viva que nunca y que es el mecanismo más eficaz para poner en la línea a quien sea necesario. “Poderoso caballero es don dinero…”, decía Quevedo.

Candidez y tozudez riman, pero van muy mal cuando andan juntas. Si no las abandonan, los grupos entusiastas de la consulta seguirán haciendo el papel de ingenuos que tanto conviene al poder que intentan combatir. La vía a la consulta está cerrada y si se produce será un fracaso. Les queda la inconstitucionalidad y otras acciones por atentar contra los no contactados.