Vemos como una norma dentro de las políticas del IESS el despido de sacerdotes capellanes de los hospitales públicos.

En el momento que el padre Juan José Monard se disponía a celebrar la misa, recibió una notificación de despido como capellán del hospital del Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social en Guayaquil. Monseñor Arregui fue entrevistado por Teleamazonas por este tema y manifestó su descontento. El padre Monard ha dado declaraciones: “La atención que se daba era integral. Los enfermos son los que más salen perdiendo. Yo celebraba las misas todos los días que estaba presente. El jueves hacíamos exposición del Santísimo, al mediodía hacía la bendición y celebraba la santa misa. Me da pena la gente, yo regreso a mi Diócesis, pero, ¿quién atiende espiritualmente a los enfermos?” (http://www.observatoriocatolico.com). Las palabras del padre nos invitan a una profunda reflexión. ¿Quién es el que más pierde con el despido de capellanes del IESS? ¿No es verdad que todos tenemos derecho a profesar nuestra fe en este país? Al final de nuestra vida y en momentos de enfermedad, es cuando más asistencia espiritual buscamos. Si quitan a nuestros capellanes de los hospitales nos limitan ostensiblemente nuestro derecho a profesar nuestra fe, ya que la mayoría de los ecuatorianos es católica –primer país del mundo consagrado al Corazón de Jesús–. Si el Estado es laico, como dicen, ¿por qué sí se puede tener capilla oratoria en la casa presidencial donde el economista Rafael Correa asiste a misa, pero se nos niega la presencia de Jesús Sacramentado, consuelo para tantas almas sufrientes, justo donde más se lo necesita que es en los hospitales? ¿Cuál es el objetivo de estas desatinadas disposiciones? ¿Qué harán algunos de quienes están detrás de esta absurda y equivocada decisión cuando necesiten un sacerdote que los auxilie en sus últimos momentos o a sus familiares? Yo como ciudadana trabajadora que aporta al IESS y pago mis impuestos como es debido, reclamo, solicito y exijo que se me respete el derecho a tener asistencia espiritual en el hospital cuando yo lo necesite, como siempre ha sido y como debe ser.

Silvia Patricia Ortega Pareja,

profesora, Guayaquil