1924, Matilde Hidalgo de Procel, ciudadana lojana de 34 años de edad, se acerca a inscribirse en el padrón electoral de Machala, para ejercer su derecho al voto. Es la primera mujer ecuatoriana a la que se le ocurre semejante osadía: la de votar. Su derecho le es negado, ella invoca la Constitución y apela ante las autoridades superiores, hasta que, unos meses después, logra hacer uso de su derecho al sufragio.

1955, Rosa Parks, ciudadana afroamericana de 42 años, se niega a obedecer la ley de segregación racial del estado de Alabama, que ordenaba que debía darle su asiento de bus a un pasajero blanco. Su desobediencia civil le costó pasar unas horas en la cárcel, hasta que su esposo y unos amigos lograron juntar los 15 dólares de multa. Su acto de dignidad la perennizó como una de las claves en la movilización ciudadana para derogar las leyes racistas en Estados Unidos.

2008, Yevgenia Chirikova, ciudadana rusa de 33 años, sale a caminar con su bebé recién nacida y su hija de 5 años por el bosque protegido Jimki (Khimki Forest) y se da cuenta de que el bosque milenario va a ser cercenado para la construcción de una autopista entre Moscú y San Petersburgo. Así, accidentalmente, sin haber tenido nunca antes vocación política, Yevgenia se convierte en activista ecológica y política, en defensa de la vida de su bosque. Han pasado 5 años y el gobierno implacable de Putin no ha podido imponer su capricho de atravesar el bosque con una carretera. Si desean saber más, visiten http://khimkiforest.org.

¿Quién convocó, organizó o motivó a estas ciudadanas a actuar en defensa de lo que creían justo y digno? Nadie fuera de ellas mismas. Fue la claridad de su conciencia la que les impidió optar por la resignación.

2013, tú y yo, ciudadanos ecuatorianos de 27, 33, 49 o 90 años de edad, somos células vivas que formamos el cuerpo llamado nación ecuatoriana. El ejercicio de la ciudadanía es mucho más que ir a votar cada vez que hay elecciones. La diferencia entre ciudadanos y súbditos es la soberanía de los primeros y la sumisión de los segundos a la soberanía del rey. Miren eso, antes de la república democrática, la soberanía le pertenecía solo al monarca, y los súbditos no tenían ni voz ni voto en los antojos del rey. ¿Quiénes son los dueños de la soberanía ahora? Tú y yo. ¿Quién debe respetar esa soberanía? El gobernante. Y cada uno de nosotros debe exigir ese respeto, especialmente cuando al mandatario se le olvida que solo es eso, un funcionario. No un rey, ni una majestad, sino un subordinado a nuestro poder mandante.

Ahora bien, ¿qué pasa cuando los ciudadanos actúan como súbditos y el gobernante como monarca? Nos convertimos en una dictadura, sin división de poderes, sin sujeción a la ley suprema que es la Constitución, ni a los derechos humanos, ni al sentido común.

Asumamos nuestra ciudadanía, de manera soberana y responsable, defendamos la república democrática. Seamos una nación que se informa, que piensa, que cuestiona, que decide. Tú y yo tenemos el poder.