Debo confesar que echo de menos aquella época en que Ecuavisa se daba el lujo de programar las nueve sinfonías de Beethoven dirigidas por Leonard Bernstein, un ciclo completo de Chopin con Ilan Rogoff, transmitía el increíble programa Civilización de Kenneth Clark, Noche lírica con Beatriz Parra, el Concierto del mes con César Monroy, grandes obras coreográficas como Cascanueces, Copelia, El lago de los cisnes; también páginas de la historia: Pedro el Grande, Los Borgia, Yo Claudio, La baronesa. Los documentales de Nuestro Ecuador eran efectivos llamados al orgullo nacionalista. La primera telenovela, Cristo de nuestras angustias, realizada con la economía de medios de los setenta tocaba un problema social todavía vigente. Alberto Borges era mucho más que un lector de noticias, pues tenía una filosofía muy personal. María Rosa era mucho más que una mujer cocinando, se convertía en consejera lo que pude corroborar al tener en mis manos el voluminoso correo que recibía, cartas manuscritas que entregué a su hija Selena. Para la familia tuvieron Hogar en Canal 2, Complicidades, Feminísima, Nosotros en el 86 con Jenny Estrada, de gran bagaje cultural, La mujer y el hogar, también las estampas de Ernesto Albán, Ante la prensa, donde estuvieron todos los presidentes, Controversia con Blasco Peñaherra. Teresa Arboleda cubrió en vivo el secuestro de León Febres-Cordero en Taura. Hubo programas de variedades como Cartas de amor con Toty Rodríguez y Alfonso Espinosa de los Monteros, Show de shows, animado por Mariano Merchán, Así es la cosa, Peques, Dejémonos de vainas, Escoja su pareja, La caja de Pandora, Alta tensión, Pasado y confeso, Tal para cual, Toqui, Dentro y fuera; se eligió por votación al mejor ecuatoriano en que salió vencedor Eloy Alfaro. Artistas como Xuxa, Tom Jones, Los Iracundos, Marielisa, Los Miño Naranjo, Carlota Jaramillo, Daniel Santos, Enrique Guzmán dejaron su notable huella. Francisco Fausto arriesgó su vida cubriendo el bárbaro incendio de 1976, empezó a divulgar sus denuncias cuando estaba en el poder Guillermo Rodríguez Lara. Me limité a hablar de Ecuavisa porque fue el canal que más divulgó programas culturales y concibió con seriedad muchos espacios de variedades.

Se impuso el rating que podía concentrar cuñas comerciales. Con pena observé recientemente que la televisión francesa se estancó en las mismas trampas. Casi nunca miro la pantalla chica, pero por más zapping que hiciera encontré, salvando excepciones, la misma mediocridad. Nos hemos dejado vencer por los mismos espejismos. ¿Será que la mujer ha de convertirse en modelo mediante siliconas para hipnotizar con sus refaccionados atractivos nuestros primitivos instintos? Me consuela de cierto modo ver que Alfonso Espinosa de los Monteros, mosquetero rescatado, Tania Tinoco, Teresa Arboleda, María Isabel Crespo mantienen la misma transparente imagen, gozan de la misma credibilidad.

La televisión en general ha seriamente mutilado la afición a la lectura, pues muchos se quedan con el diario más una que otra revista. Comprar libros no es costumbre, vivimos la época en que se impone la palabra light. Todo tiene que ser ligero, desde las gaseosas hasta las lecturas. Si el tiempo es oro parece que no se quiere malgastarlo en inquietudes culturales.