En sus seis primeros años, el régimen Correa introdujo profundos cambios políticos, económicos y sociales mediante un fuerte gasto público financiado con altos ingresos petroleros acompañado de créditos chinos y del IESS.

Además puso en marcha tres iniciativas que tomarán la posta de los ingresos petroleros actuales y permitirán servir la deuda china:

-La gran inversión en centrales hidroeléctricas, con lo que el país prescindirá de la generación térmica y se ahorrará 600 millones de dólares anuales en combustibles, que podrían exportarse a la vez que facilitarían el montaje de industrias intensivas en el consumo de energía eléctrica;

-La apertura minera, que pondría al Ecuador en el mapa de los grandes exportadores de oro y cobre;

-La apertura del suroriente a la actividad petrolera.

Estas dos aperturas han tenido un alto costo político para el régimen. Los activistas ecológicos y el movimiento indígena pasaron a la oposición. Internacionalmente confunde a quienes aplauden la iniciativa del Yasuní, que no comprenden por qué impulsa estas actividades de impacto ambiental.

El presidente estuvo dispuesto a pagar ese precio ya que cree que Ecuador debe aprovechar sus recursos naturales para financiar su desarrollo. Si bien hay muchos países para los que el petróleo y las minas han sido una maldición, hay otros que han sabido aprovecharlos, como Noruega, Australia, Canadá.

Pero hay un problema de tiempos:

-Las plantas hidroeléctricas se contrataron hace poco; difícilmente estarán listas antes de fines del 2016.

-El desarrollo de las minas aún no arranca y la primera producción de cobre saldrá al mercado a los 30 meses del inicio de las operaciones, lo que nos pone también en el 2016.

-La apertura del suroriente está en fase de recepción de ofertas. Desde el inicio de operaciones hasta la producción petrolera en áreas no exploradas anteriormente toma al menos cinco años, lo que nos pone en el 2018.

Mientras tanto, la estrategia que tanto sirvió por seis años ya no rinde. Este año no habrá más ingresos petroleros que el año pasado. No habrá cómo incrementar la inversión pública. Parte del dinero que antes iba a hacer obra, ahora tendrá que destinarse a mantenerla, por el desgaste.

En el 2013 habrá desaceleración, que continuará en el 2014 y 2015.

Pero lo anterior no es predicción, tampoco maldición, ni es inevitable. Es lo que sucedería si el gobierno no es inventivo en su política económica. El régimen, consciente de lo que se vendría, debe tener lista una estrategia de recambio.

El eje central de esta estrategia sería el cambio de matriz productiva, que debe implicar la inversión privada y público-privada en actividades que creen empleo y generen bienes que sustituyan importaciones además de generar exportaciones. Todo esto mientras que se apoya a la actual producción privada agroindustrial y pesquera.

Para que esta estrategia tenga éxito, el gobierno necesita recuperar la confianza de los inversionistas nacionales y extranjeros; muchos temen que Correa llevará al Ecuador por el mismo chaquiñán por el que se despeña Venezuela bajo Chávez y su heredero.

La oportunidad para dar las señales del cambio de estrategia es la posesión para el nuevo cuatrienio. Estemos atentos.