Las protestas estudiantiles en contra de la guerra en Gaza se extendieron durante el fin de semana a decenas de universidades en todo Estados Unidos, llevando a cientos de arrestos y enfrentamientos entre los manifestantes y fuerzas del orden. La Universidad de Columbia, con sede en Nueva York, fue la pionera.

Los manifestantes en Columbia expresan en sus carteles el rechazo a la política estadounidense hacia Israel y la petición de que los centros educativos rompan relaciones con el gobierno y el sector privado israelí.

Sin embargo, la institución neoyorquina dio este lunes a los estudiantes propalestinos que ocupan su campus un plazo de unas horas, hasta las 14:00 locales (18:00 GMT), para abandonar el plantón, bajo la amenaza de ser suspendidos y no poder terminar el curso académico.

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La carta de la universidad, que ha sido divulgada por varios grupos de activistas -entre ellos uno llamado Estudiantes de Columbia por la Justicia en Palestina-, ofrece a los manifestantes la posibilidad de evitar esta medida extrema si acceden a abandonar el lugar, llevarse sus pertenencias y firmar un documento.

En ese documento, además de comprometerse a acatar las normas de la universidad -que según la dirección han sido violadas en siete aspectos diferentes durante la acampada-, los firmantes aceptan someterse a un proceso disciplinario que puede resultar en “sanciones más severas si se le encuentra responsable de conductas inapropiadas adicionales (...), incluyendo participar o retornar a actividades no autorizadas”.

Si el estudiante que abandona la acampada no firma ese documento, sufrirá igualmente represalias sabiendo además que la universidad “ya ha identificado a muchos” de los participantes: “Si usted no se identifica al salir y no firma este documento, no podrá aspirar a completar el semestre en debida forma. Y si no lo abandona antes de las dos de la tarde, será suspendido hasta una próxima investigación”.

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La rectora de Columbia, Minouche Shafik, instó a los manifestantes a abandonar “voluntariamente” las protestas.

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“El campamento ha creado un entorno poco acogedor para muchos de nuestros estudiantes y profesores judíos”, recordó Shafik, tras asegurar que “muchos han abandonado el campus”, lo que es “una tragedia”.

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“El lenguaje y los actos antisemitas son inaceptables y los llamamientos a la violencia son sencillamente aborrecibles”, afirmó antes de recordar que el “derecho de un grupo a expresar sus opiniones no puede ir en detrimento del derecho de otro grupo a hablar, enseñar y aprender”.

También anunció que la universidad no “desinvertirá en Israel”, pero se ofreció a elaborar un calendario acelerado que “revise las nuevas propuestas de los estudiantes” y “realizar inversiones en sanidad y educación en Gaza, incluido el apoyo al desarrollo de la primera infancia y el apoyo a los académicos desplazados”.

A medida que se acerca la fecha de graduación el 15 de mayo, además de los exámenes finales, crece el nerviosismo por la posibilidad de que las protestas propalestinas puedan perturbar cualquiera de estos momentos vitales en la universidad.

Con este ultimátum, parece que la universidad -epicentro de las protestas propalestinas- quiere evitar la imagen de la Policía entrando en el campus y desmantelando el campamento, un campamento que está en el centro del debate político y mediático desde hace dos semanas. (I)

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