Todos los días llega a la terminal terrestre de Quitumbe, en el sur de Quito, una mujer de corazón generoso, cuya vida se ha dedicado a alimentar y cuidar de los perros abandonados que deambulan por las calles.

Yolanda Alvarado, a sus casi 68 años, es la heroína silenciosa detrás de más de 50 perritos que han encontrado refugio y comida gracias a su incansable labor.

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Desde su infancia, Yolanda fue criada en un hogar donde el amor y el respeto por los animales eran fundamentales. Esta crianza moldeó su compasión por las criaturas indefensas, y fue así como nació su devoción por alimentar a los perros callejeros.

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Han pasado aproximadamente 35 años dedicados a esta noble causa. Su labor comenzó en la antigua terminal de Cumandá, en el centro de la capital, donde alimentaba a los perros callejeros y facilitaba su adopción.

Con el traslado a la terminal a Quitumbe, Yolanda continuó su misión, enfrentándose a un nuevo desafío: la constante llegada de perros abandonados que son dejados en el lugar por desconocidos, especialmente durante las noches.

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Cada día, excepto los domingos, Yolanda se levanta temprano y se dirige a la terminal, donde su pequeño galpón improvisado sirve como refugio para aproximadamente 56 perros. Este espacio, adornado con un colchón viejo y una cobija, se ha convertido en el hogar temporal de estos animales desamparados, quienes son recibidos con amor y cuidado por parte de Yolanda.

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Algunos comerciantes, guardias de seguridad y funcionarios de la terminal también apoyan, cuando pueden, a la mujer. El día a día de Yolanda implica mucho más que simplemente alimentar a los perros. Además de atender a los residentes habituales, cada día llegan nuevos perros que necesitan su ayuda.

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A pesar de no contar con trabajo, Yolanda gasta alrededor de $ 20 diarios para comprar comida y pagar el transporte en taxi que la transporta con todos los baldes de comida hasta la terminal.

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Los perros que Yolanda cuida no son solo números en una estadística, cada uno tiene un nombre y una historia. Desde la Coqueta hasta el Emperador, Yolanda conoce a cada uno de sus hijos caninos y se asegura de que reciban el amor y la atención que merecen.

QUITO.- Yolanda Alvarado, 68 años, alimenta a más de cincuenta perros que han sido abandonados en la Terminal Terrestre de Quitumbe, en el sur de la capital. Foto: Alfredo Cárdenas.

Cada uno tiene su historia, por ejemplo, una de ellas llegó con una fractura en su cráneo. Yolanda le brindó los cuidados necesarios hasta que se recupere, ahora camina por toda la terminal alegre junto a las pequeñas manadas que se forman en distintos sectores que ocupan después de comer. Con sus patas sobre la pierna de Yolanda muestra su gratitud.

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Sin embargo, el camino de Yolanda no ha estado exento de dificultades. A pesar de su dedicación, afirma que no recibe apoyo de fundaciones ni de instituciones locales. Su única fuente de ingresos proviene de las deudas que algunas personas tienen con ella, lo cual destina íntegramente al cuidado de los perros.

Incluso en sus momentos más difíciles, Yolanda no pierde la esperanza ni la determinación de seguir ayudando a los perros abandonados. Con una fortaleza admirable, afirma que continuará con su labor mientras tenga vida.

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“Hasta cuando Dios me dé la vida y la salud. Y dinero, porque es lo único que se necesita para ellos”, expresa, mientras mezcla la sopa con unos huesos de pollo y pepas de alimento canino.

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Durante la pandemia de coronavirus ella tuvo que dejar de trabajar, pero no dejó de acudir a la terminal para atender a sus animales, un taxi transportaba a la mujer y esperaba para el regreso a su domicilio.

Detrás de cada gesto desinteresado de Yolanda Alvarado hay un mensaje de amor, compasión y solidaridad hacia los seres más vulnerables de la sociedad. Su historia es un recordatorio de que, incluso en medio de la adversidad, siempre hay espacio para el altruismo y la bondad hacia los animales. (I)