Lucas Bustamante, fotógrafo y biólogo ecuatoriano, ganó el premio Best of Nation otorgado por la World Photographic Cup 2024

Sumergido en el aroma del café, los diversos olores del té y rodeado de libros y gatos que abundan en los acogedores espacios de la cafetería y librería Tres gatos, Lucas Bustamante se acomoda en una silla. Viste camiseta blanca, jeans y zapatillas.

Tiene 34 años, es fotógrafo y biólogo, enfocado en la naturaleza y la conservación ambiental. Los últimos 16 años ha documentado la biodiversidad y su interacción con los humanos en diferentes países tropicales de América, Asia y África. Su conocimiento académico producto de su carrera universitaria en biología sumado a su talento para contar historias con su cámara fotográfica lo han convertido en un hombre exitoso y premiado.

Es cofundador de Tropical Herping, una compañía de ecoturismo fotográfico, y Savia Fund, una fundación ecuatoriana que trabaja en la defensa legal de la naturaleza, conservación, educación y comunicación ambiental. Es instructor de fotografía en Lindblad Expeditions y Experto Fotográfico para National Geographic Expeditions.

Su trabajo fotográfico ha sido publicado en National Geographic, Smithsonian, Audubon, BBC Wildlife, GEO, y muchas otras revistas, exposiciones, libros y proyectos nacionales e internacionales. Como biólogo, ha publicado dos libros, diferentes artículos científicos y ha descrito ocho especies nuevas para la ciencia.

Lucas ha sido galardonado y jurado en el Wildlife Photographer of the Year, en el Nature’s Best Windland Smith Rice.

Es miembro de la Liga Internacional de Fotógrafos de la Conservación (iLCP), Asociación de Fotógrafos Ecuatorianos (AFE), y su trabajo fotográfico es representado por Nature Picture Library.

La semana pasada, Lucas, ganó el Best of Nation (Mejor del País) en la World Photographic Cup 2024 (Copa Mundial de Fotografía), en la categoría Naturaleza, uno de los concursos más prestigiosos del mundo, que en 2025 será en Quito, Ecuador.

¿Desde cuándo haces fotos?

Desde los 18 años, al mismo tiempo que empecé la universidad. Estudié biología en la universidad Católica y viajé por tantos lugares por Ecuador, una país tan diverso y tan fácil de recorrer por todas sus regiones. Entonces, dije: chuta, necesito tener una cámara y acudí donde mi padre, que es fotógrafo social de bodas, niños, familias, se llama Milton Bustamante y le dije que me preste una cámara.

¿Cómo reaccionó tu padre cuando le pediste?

Al inicio tuvo sus recelos, estaba medio desconfiado, porque, imagínate, él trabaja en la ciudad, en grandes eventos de hoteles y sus cámaras estaban súper bien cuidadas y sabía que me iba al campo, a la selva y literal, la cámara que me prestó regresó hecho un asco, pero le gustaron mis fotos, entonces, me siguió prestando. Con el tiempo pude comprarme mi cámara.

¿Aprendiste solo?

Iba mejorando, aprendiendo de mis errores, creo que es la mejor manera de crecer profesionalmente en la fotografía, siendo súper crítico con uno mismo. Me acuerdo que antes de entrar a la universidad acompañaba a mi padre a muchos eventos, entonces, tenía nociones muy básicas, nunca tan teóricas o tan aterrizadas, porque mis padres tenían recelo y miedo de enseñarme fotografía, porque tenían miedo de que deje la universidad por seguir lo de mi papá, como dicen, coger la posta, porque la empresa era de mi papá. Por una parte, es chévere, porque aprendí orgánicamente por mi cuenta y en el campo que me gusta, que es muy diferente al que hace mi papá. Finalmente, si eres un buen fotógrafo puedes desenvolverte en cualquier área.

Es común escuchar estas dos palabras: “buen fotógrafo”, pero es relativo, porque la fotografía no maneja valores matemáticos, ¿a quién se le puede llamar “buen fotógrafo”?

Es cien por ciento relativo. Estoy súper de acuerdo contigo, no hay caminos correctos para ser buen fotógrafo, porque es un arte, entonces, al ser un arte como la música, la pintura…, que sea bueno o malo tu trabajo depende del ojo del observador y de lo que tú quieras expresar, para muchas personas una misma obra puede representar algo increíble, conmover o causar un total desinterés. Incluso en obras de pintura pasa mucho, si alguien ve la Mona Lisa puede decir wow, que increíble, pero también puede decir que es una señora seria sin importancia. Es tan subjetivo, pero a la vez, eso es lo bonito del arte, porque me parece que es un vehículo de expresión súper importante de cómo uno ve el mundo o qué mensaje quiere contar del mundo. Aterrizando en tu pregunta, pienso que hay algunas pautas estéticas que nos ayudan a que una fotografía le parezca al observador más o menos atractiva, pero creo que hasta ahí.

¿A qué te refieres con “algunas pautas estéticas”?

Hay temas generales muy técnicos como que la fotografía esté enfocada —si quieres que esté enfocada— porque podemos tener una foto conscientemente un poco borrosa para enseñar movimiento, la distribución de los elementos; en composición hay unas normas básicas, la más general puedes ser la ley de los tercios que te invita a sacar tu sujeto del medio, darle más espacio, generar líneas, patrones, capas, cosas más empíricas y generales, pero pienso que como en todo, primero necesitas conocer las reglas para poder romperlas. Lo que llama la atención es la innovación, ver una foto nueva y en mi campo tengo la ventaja de haber nacido en un país como Ecuador, porque tienes tantas cosas naturales que, a veces, ni siquiera han sido vistas, peor aún documentadas. Me ayuda bastante mis estudios en biología, mi carrera se dedica a entender y estudiar animales, como fotógrafo es una herramienta súper fuerte porque me deja saber dónde encontrarlos, a qué hora salen, donde viven, como se reproducen…

Me deja enseñar a la gente tantos animales, de tantos colores, tamaños, formas y finalmente, hay que entender que los seres humanos somos súper visuales y tenemos una atracción natural hacia los animales y la naturaleza. No he conocido a nadie que me diga que no le gusta la naturaleza, todos tenemos una atracción innata por la naturaleza, porque nos da paz, en medio del estrés, de los problemas, del caos de la ciudad. Eso ayuda, de plano, a generar una conexión con las personas, que es mi interés personal: buscar una conciencia ambiental, porque esto tan bonito también tiene sus amenazas directas e indirectas a través de nosotros y pensar en qué podemos hacer para que esto siga perdurando en el tiempo para nosotros y las futuras generaciones.

Se dice que la fotografía es arte, ¿consideras que todas las fotos, sin excepción, son arte?

En este punto, le veo al trabajo de la fotografía más como proyectos o cuerpos de trabajo. Si tú eres un periodista y quieres contar historias te presentas con tu portafolio, que es tu carta de presentación.

Con tu experiencia vas a generar un estilo o un cuerpo de trabajo y te vas a dar cuenta que va más allá de una foto simple, entonces, pienso que, en general, la fotografía como actividad, se convierte en arte.

La fotografía es una herramienta, lastimosamente es una profesión muy egoísta: yo soy el fotógrafo, yo soy el artista y se acabó. A veces, podemos llevarlo a un plano muy personal, pero pienso que no es así, es una herramienta que te ayuda a contar algo que, de alguna manera, beneficia a la sociedad. Creo que es muy importante desvincular un poco el yo, que es un poco difícil en la fotografía.

Las redes sociales han dado una lección a los fotógrafos que, en el pasado, se consideraban exclusivos, porque ahora la mayoría de personas puede hacer fotos, ¿qué piensas de las redes sociales, han ayudado a democratizar la fotografía?

Pienso que ayudan a que la fotografía no sea muy egoísta. La competencia siempre es buena, no creo que poniendo el pie a los rivales uno es mejor. Mientras más competencia justa se tenga y más colegas existan en el medio, más nos impulsa a mejorar y no estar sentaditos cómodos en lo que ya tenemos garantizado y, además, las redes sociales han ayudado mucho a que la gente ponga el ojo y empiece a documentar cosas que antes los fotógrafos no nos alcanzábamos, eso me parece importante.

Pero, hay algo que me choca de las redes sociales, que muchos fotógrafos pueden caer en la trampa de medir su éxito en base a los likes y realmente eso es lo más alejado de la realidad, empezando porque matemáticamente y científicamente los algoritmos de las redes sociales están favoreciendo al mayor tiempo que pases en la plataforma, no al mejor contenido.

La World Photographic Cup 2024 se desarrolló en los Estados Unidos y la premiación fue el 27 de enero de 2024. Participaron 42 países. Ecuador se presentó con 26 fotógrafos, que superaron los filtros de calidad de la organización que estuvo a cargo, La Asociación de Fotógrafos Ecuatorianos (AFE). Lucas ganó el premio de Mejor fotógrafo del país, en la categoría Naturaleza.

¿Cómo recibiste la noticia de que ganaste el premio?

Es súper bonito. Empecé en 2009 una empresa de tours fotográficos, si no me equivoco debe haber sido la primera en el país y lo mejor que me pudo pasar es que me enseñó a trabajar en equipo y a decir que las fotos no son solo un mérito propio. He tenido el privilegio y la suerte de que este no es mi primer premio o reconocimiento internacional, he tenido otros diferentes en los mejores concursos en Europa, en Estados Unidos, incluso me han invitado a ser jurado en competiciones de este nivel en diferentes países.

Lo que más orgullo me da, es que es un premio que representa a la nación, que la gente hable de la foto y que hable del país. Me llamó la atención que el día de la premiación, la mayoría de los ganadores de cada categoría son del norte global, es decir, de Europa, EE.UU., Australia, Japón, Corea del Sur y es porque hay una representación muchísimo más amplia, entonces, el hecho de que los ojos aterricen en lugares como Ecuador me da orgullo no solo por mi trabajo, sino porque van a ver el portafolio amplio de artistas que tenemos aquí en diferentes géneros de la fotografía.

¿Qué pudo más: la biología o la fotografía?

Siempre digo que al inicio era más biólogo que fotógrafo y ahora me siento mucho más fotógrafo que biólogo. Realmente, los dos campos me encantaron, pero la fotografía me llamó mucho más la atención. Siento que la ciencia es la base de todo lo que hacemos, pero a la vez, pienso que nos genera datos muy crudos, información pesada, difícil de digerir por la mayoría del mundo que no son científicos, entonces, eso normalmente termina aterrizado en artículos científicos que, a veces, ni entre ellos se leen, eso me molestó bastante, porque la mayoría de personas en el mundo no son científicos, pero son los que votan, eligen presidentes, deciden qué va pasar con la conservación ambiental, con el planeta en general, entonces, me pareció que, ahí, la fotografía entraba perfecto, porque independientemente del país, del idioma, de la cultura, de la religión, con la fotografía en un instante conectas, porque tiene un poder súper fuerte para lo que yo hago y lo que más me gusta que es dar educación o conservación ambiental. Ahora me dedico a contar historias o difundir historias de lo chévere que hacen los científicos que, a veces, no tienen un conocimiento estético de history telling (contar historias) para que su trabajo, que es tan increíble, aterrice en la sociedad, en los tomadores de decisiones, desde ahí me dediqué con mi cámara a contar esas historias.

¿Quieres contarme algo más que no te haya preguntado?

Tuve un momento que me preocupó, me entristeció y también me conmovió bastante, justo hace un año, en febrero pasado, me eligieron como jurado del concurso más importante de naturaleza del mundo: Wildlife Photographer of the year organizado por el Museo de Historia Natural de Londres, traducido sería el Fotógrafo de vida silvestre del año. Me llamó la atención que había muy poca representación ecuatoriana, muy pocos fotógrafos enviaron su trabajo, las pocas fotos ecuatorianas eran tomadas por personas de afuera de Ecuador que venían de turismo.

Esto motivo a Lucas a preparar y dar tres cursos de fotografía: básico, intermedio y avanzado. Los cursos tenían costo, pero ofreció becas de acuerdo al perfil de personas que tenían potencial, pero no tenían condiciones económicas, porque no quería que sea algo exclusivo para gente que podía pagar.

Fue un éxito porque se necesita más fotógrafos contando nuestras historias. Necesitamos motivar a la mayor cantidad de personas para crear un ejército de fotógrafos. El conocimiento no está hecho para que se quede y muera en nosotros, todo lo contrario, que orgullo me daría a mi si mañana después de esos talleres un par de personas meten fotos en concursos, libros, exposiciones, ese es un verdadero legado. La filosofía debería ser que cuando nosotros nos vayamos de este mundo, pensemos en qué tanto ayudamos a dejar el mundo mejor de como lo encontramos. Eso es lo que está en mi cancha, tratar de hacer eso hasta que me muere, reflexiona Lucas, mientras toma el último trago de café americano (i).