Su vida está marcada por el pan, ya que gran parte de sus sesenta años, Ángel Yucha Yucha, cañarejo oriundo de Azogues, se ha dedicado a la panadería en diversas ciudades de Ecuador y también en Nueva York, EE.UU. Y desde hace 27 años reside en Samborondón.

Su oficio comenzó siendo un muchacho, en una gran panadería con un horno de leña, ubicada cerca de la Casona Universitaria de Guayaquil. Como oficial debía limpiar las latas que salían de aquel horno.

“Así poco a poco aprendí a hacer la rosquita, la palanqueta, los palillos, el pan de coco, piña y el pan de pascua”, dice y recuerda que a las 04:30 el pan salía calientito del horno de leña. Él con una canasta repleta se embarcaba en una lancha y se iba a vender esos panes calientitos a orilla de Durán y cuando regresaba vendía helados Oso Polar. Así comenzaría su travesía como panificador.

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A sus 23 años, en la provincia de El Oro laboró durante cinco años en la panadería de unos parientes de Machala. “Ahí vendía pan, enseñaba a mi familia a hacer pan de coco, pan de piña, pan de todo como aprendí en Guayaquil”. Luego lo contrataron en Santa Rosa, en la panadería de La Vieja Rosa, que poseía un horno de dos puertas para cien latas de pan. “¡Grande el horno! Se metía el pan por un lado y por el otro se sacaba”.

En toda panadería ha enseñado a trabajar la masa a las 17:00 para terminar dicha tarea a eso de las 20:00. Ahí la masa queda reposando hasta las tres de la mañana cuando es la hornada. “Va saliendo el pan y se lo va vendiendo. Aquí –en su panadería– ya a las cuatro y media de la mañana llegan a comprar pan. Es la gente que temprano se va a trabajar a Guayaquil”.

Después se fue a Cuenca, cerca del parque San Blas. Trabajó en la panadería de don Pancho Novillo. En el austro estuvo tres años.

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Regresó a Guayaquil a prestar sus servicios en una panadería grande de la familia Allauca de Riobamba. Dice que en Cuenca se trabajaba más pan negro, enrollado, palanquetas y el briollo. En la Costa, en cambio, Ángel Yucha prepara empanadas de piña y coco, chepitas, rosquitas y más.

Con este oficio estuvo también en una panadería en Nueva York, donde vivió cinco años. Luego se regresó a Samborondón, donde ya tenía casa propia. Cuando retornó trabajó junto a su hermano de panadería en panadería, hasta que su familiar armó una propia.

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En Samborondón vive hace unos 27 años. Primero arrendó la panadería y comenzó a trabajar con el tradicional horno de leña, luego compró un horno de gas. “Así estoy trabajando porque no se encuentra leña, pero ese horno (de leña) lo utilizó en Navidad y fin de año, para los pavos, chanchos, panes de Pascua y palanquetas”.

Y agrega: “el mejor pan es el de un horno de leña. Es mejor el sabor, a veces ese pan de Pascua tiene un mes o dos meses y está flamantito”. Por eso desde ahora se alista para recibir en diciembre los pedidos que pondrá en ese horno de leña. (F)

 

Los mejores panes de Pascua y las palanquetas (tipo de pan) son los que se hacen en un horno de leña. La palanqueta sale bien tostadita. También se pone el pavo y sale bastante delicioso”.

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Ángel Yucha Yucha, panadero