Jumandy, un viaje por las entrañas de la tierra

Aquella tarde de agosto hacía calor, el sol brillaba a media altura en el oeste y su luz dorada se esparcía calentándolo todo. Solo una suave brisa golpeaba en los rostros de la gente y en los árboles que están sembrados en la loma que esconde a las Cavernas Jumandy, un centro turístico administrado, desde hace 8 años, por la Comunidad Ruku Jumandy Kawsay, en el cantón Archidona, en la provincia del Napo.En este centro hay una piscina y un gran tobogán y, justo al pie de la montaña, como un lunar en el pie de un gigante, aparece una boca que conduce al interior de la tierra. Esta boca mide unos siete metros de alto y unos cuatro de ancho, desde su interior se desliza el agua fresca y cristalina que alimenta la piscina.Aquí, a las 16:23, inicia la travesía por las entrañas de una gran montaña donde se asientan las cavernas jumandy que llevan el nombre, según la leyenda, de un guerrero indígena de la Cultura Quijos, quien comandó una rebelión en contra de los españoles por las injusticias y maltratos inhumanos que recibían los pueblos indígenas. Al final fue apresado y condenado a muerte por la Real Audiencia de Quito.Apenas unos pasos adentro, se escucha el murmullo del riachuelo Yanayacu que nace, ahí en el estómago de la montaña, cuyas aguas se arrastran como una gigantesca boa hasta ver la luz fuera de la montaña.El sendero sigue aguas arriba y el rio forma una pequeña laguna de seis metros de largo con cuatro de profundidad. Los turistas tienen dos opciones para cruzar: nadando o agarrándose de una cuerda que permanece paralela a la pared rocosa. Aquí se escucha los primeros gritos provocados por el frío al zambullirse en agua.Superada ésta prueba, Rosa Verónica Grefa, una de las 15 guías, con sus pies descalzos, pantalones cortos, blusa sin mangas y una linterna de cabeza bien instalada en su frente, levanta su rostro y dice que miren los murciélagos colgados en el tumbado de la cueva, que cada vez son menos y que otras especies también están desapareciendo, incluso los peces ciegos, propios de este lugar, han mermado. —Por esta razón, —continua, mirando fijamente a los turistas— está prohibido el uso de cámaras fotográficas, porque el flash interrumpe la calma de la oscuridad y los animales se asustan.Ahora el grupo deja la ruta principal y dobla a la izquierda por un pasadizo angosto y Rosa se detiene para indicar una pared con una formación muy parecida a una columna vertebral de un dinosaurio. Los turistas, uno a uno, se acercan guiados por la luz que llevan en sus cabezas y asienten con sus ojos bien abiertos. Este recorrido es el más común, dura entre 45 minutos y una hora. Hay otros que pueden superar las seis horas. Lea también : Guayusa se abre mercado con té, jugos y caramelos Después de unos minutos de travesía en medio de paredes impregnadas de barro, Rosa advierte la presencia de un montículo rocoso con forma de una coliflor gigante, ella explica que la naturaleza ha construido todo lo que está dentro de la cueva a través miles de años.Un poco más adentro hay un brócoli muy grande con rasgos que parecen haber sido tallados por un escultor.En unos minutos de caminata, el sendero se encoge y los turistas avanzan a gatas para franquear el obstáculo. De pronto.—Este es el pene de Jumandy —dice Rosa—, con una sonrisa en su rostro señalando una formación con la fisonomía de un falo que mide unos dos metros, que nace en el piso y muere en el techo de la caverna color amarillo ocre. —Jumandy era muy alto —sentencia Rosa.Los turistas sonríen y comentan con picardía las explicaciones de Rosa, mientras observan la roca con la forma de un miembro viril.—La leyenda dice, —continúa Rosa— que las mujeres que no pueden tener hijos “Pueden enviar besitos volados para cumplir el deseo de fertilidad, amor y paz interior”Ella levanta su rostro y mantiene su boca abierta hasta recibir una gota de agua de la punta de una estalactita suspendida al lado del falo. —“Pueden tocar o dar un besito” —dice—, y en seguida se pierde en la oscuridad del laberinto. Lea también : Restaurante flotante atrae a los turistas al río Napo Los visitantes caminan tras la guía hasta que ésta se detiene en la trampa mortal de Jumandy, se trata de una piedra que pesa unos dos quintales, que se sostiene peligrosamente entre las rocas, como formando una cuña en la parte superior del sendero, dando la impresión de que en cualquier momento se derrumba.La caminata por las cuevas a 50 metros de profundidad continúa hasta llegar al bosque, un sitio hermoso y místico, donde se aprecia la creación mágica y divina de la naturaleza, se trata de un bosque de estalactitas y estalagmitas de color hueso, que se forman debido a la filtración del agua rica en minerales. Las primeras crecen desde el techo de la cueva hacia abajo y las otras desde el piso hacia arriba. En ocaciones llegan a toparse entrre sí, formando una columna.La mayoría miden alrededor de veinte centímetros aunque algunas alcanzan los dos metros, esto es asombroso, tomando en cuenta que crecen un promedio de 2.5 milímetros cada cien años.Rosa da la orden de avanzar hasta llegar al Templo, un sitio rodeado de estalactitas menores donde se termina la cueva. Aquí la guía cuenta la historia de Jumandy sobre el enfrentamiento con los españoles y se emprende el retorno hasta la columna vertebral del elefante, unos metros después, se gira a la izquierda y se reanuda por la ruta principal, es decir, se sigue el curso del rio hasta llegar a una cascada de unos tres metros de altura.En el piso donde muere la cascada hay cuatro hoyos llamados “Pozos de los deseos” el menor mide 40 centímetros y el más profundo 4 metros.—En este punto, lo que yo hago, tienen que hacer ustedes —dice Rosa sonriendo.Los visitantes asienten con la cabeza, aunque no con mucho agrado.Ella elige dos cosas: acostarse en la pared de la cascada para recibir el agua en su cuerpo y sumergirse en el hoyo de cuatro metros. Lea también : Plan de $ 53 millones para conservar los bosques amazónicos de Ecuador El agua les provoca gritos, sin embargo, se ven felices. La experiencia de desaparecer en el hoyo oscuro, frío y tenebroso de cuatro metros de profundidad fue el mayor desafío.Una hora cinco minutos más tarde, después de superar la cascada, se divisa un halo de luz, desde unos metros más adelante se aprecia la vegetación verde rodeada por un arco que deja entrar la luz dorada del ocaso del día.—Muchas gracias por la visita. —dice Rosa.—La mejor explicación que usted nos dio fue la del pene —dice uno de los visitantes—. Rosa y todo el grupo explotan en una carcajada. (I) Más datos Ingreso Costos Son $ 3 por persona (mayores de 10 años) cuando el grupo es mayor de 5. Si ingresan menos, es $ 15. Vestimenta Usar traje de baño, pantaloneta, zapatos deportivos o botas de caucho (se puede alquilar aquí). Claustrofóbicos Evitar el ingreso de personas claustrofóbicas, obesas o con capacidades especiales. Prohibiciones No se permite ingresar cámaras fotográficas, alimentos ni mascotas.

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