Jésica Guandinando llegó con su esposo y sus dos pequeñas a uno de los almacenes de venta de electrodomésticos para adquirir un combo de cocina de gas y refrigeradora. Escogía una cocina de ese tipo porque “no quiero pagar más por la luz, como le pasó a mi hermana”.

Las cocinas de gas aún tienen aceptación en los consumidores pese a las restricciones (100% de impuesto a los consumos especiales) y también pese a los incentivos para la adquisición de las de inducción.

En un recorrido realizado por este Diario en almacenes como Concresa, Haer, Comandato y Orve Hogar, los empleados aseguraron que la demanda se divide en 50% para estufas de gas nuevas y el otro 50% para las de inducción.

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Mairán Paredes, de Comandato, comentó que en el almacén se les da las facilidades a los clientes para que con solo la cédula y la planilla de luz puedan adquirir las cocinas de inducción y se les dice que se trata de una energía limpia; pero los clientes prefieren las de gas.

Para Fernando Morocho, de Haer, el mayor consumo de luz que supone las de inducción y el bajo costo de gas, son factores claves a la hora de decidir.

En el país se venden cocinas de gas de Indurama, Mabe y Ecoline (antes Ecogas).

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Mario Espinosa, gerente de Ecasa, comentó que tanto para gas e inducción, la demanda es baja por la contracción de la economía. Ecasa produce cocinas de inducción.

La planta de gas está paralizada, pero aún hay stock. Agrega que la demanda de cocinas de gas seguirá, mientras el precio del combustible siga bajo.

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Juan Pablo Vela, de Indurama, indicó que su empresa no ha dejado de producir cocinas de gas, en especial para exportar. Dijo que se nota en el mercado una demanda contenida de cocinas de gas y que las de inducción se siguen vendiendo, pero a menor ritmo. (I)