El saco y la corbata que usaba a diario como funcionario del Ministerio de Vivienda de Venezuela los reemplazó por jeans y camisetas. Y la oficina en la que participó de reuniones con autoridades de su país, la cambió por las calles del centro de Guayaquil.

Manuel Sanz, ingeniero civil de 29 años, renunció a su cargo en diciembre y vendió su carro y otros enseres en busca de un mejor porvenir, al escapar de la escasez de alimentos, de la violencia e inseguridad a la que dice estar sometido su pueblo. En 50 días de protestas, hasta el 19, fallecieron 50 personas.

Así, el joven dejó a su natal Caracas hace tres meses para radicarse en Ecuador. Guayaquil y su gente lo acogieron, como a sus ‘paisanos’ que han llegado en los últimos meses con el ideal de recuperar la calidad de vida que afirman haber perdido en su país. La Perla del Pacífico los recibe con calidez, como lo hizo con los españoles, italianos, libaneses, y hace poco con chinos y colombianos.

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Manuel recorre la Bahía con su jarra de jugo de limón, voceando la bebida con ese acento propio de su tierra. Afirma ser optimista porque hasta ahora gana más como un informal. “Los 100.000 bolívares que ganaba como funcionario no me alcanzaban. Lo que hago aquí me da para vivir y mandar dinero a mi esposa e hijo”, dice.

En esa zona, una joven –licenciada en Turismo– ofrece arepas; José Navas, ingeniero civil, labora como mesero en un restaurante y en una discoteca; y Maderley Ocando, licenciada en Educación, vende vasos de gelatina en las tardes.

En su ruta, Ocando asegura encontrarse a diario con nuevos compatriotas. “El sueldo básico es de 50 dólares con el cambio de moneda, y yo esa cantidad le envío a la semana a mis padres”, comenta la joven.

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Ella llegó a Guayaquil con su amiga, Paola Sánchez, también profesora, quien luego de vender frutas en la calle encontró trabajo en un local de accesorios de celulares. Ahora ahorra dinero para tramitar la visa Unasur de residencia temporal por dos años, que cuesta $ 250 con la solicitud.

Billy Navarrete, secretario del Comité Permanente por la Defensa de los Derechos Humanos, señala que estas personas no encuentran seguridad para sus vidas e integridad física en su país y por ello llegan a Ecuador.

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El organismo presenta un acelerado aumento de venezolanos que inician el procedimiento de refugio con su acompañamiento. En el 2016 atendieron a tres y en lo que va del año llevan ocho. A esta cifra se suman ocho más, sirios que vivían en el vecino país y que también llegaron a la ciudad.

En los últimos cinco años, 476.132 venezolanos ingresaron al país y de ellos 38.087 no registraron su salida, según cifras del Ministerio del Interior publicadas en enero. Y en lo que va del año, entre enero y abril, 54.012 ingresaron al país y 40.980 salieron. Es decir, 13.032 se habrían quedado.

Por el aeropuerto José Joaquín de Olmedo se registraron 7.021 ingresos de enero a abril y 5.573 salidas, según la unidad de control migratorio. Este registro es el que arriba al país legalmente, pero hay quienes llegan por la frontera ilegalmente.

En otros sectores del norte y sur también hay venezolanos en actividades informales. Un grupo de ocho jóvenes, entre hermanos y primos, tienen un mes en la ciudad. Se turnan, cuatro en la mañana y cuatro en la tarde para vender jugo de naranja, en Los Rosales. Y les va bien. Mientras unos exprimen y envasan, los otros venden.

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“Vinimos con lo justo para alquilar un departamento. Hemos recibido mucho apoyo de los guayaquileños, como enseres. Por eso mandamos a hacer camisetas que dicen: Gracias Ecuador por su apoyo”, dice Isabel Pérez, licenciada en Administración de Aduana, vestida con la vinotinto de la selección de su país.

Con el mismo uniforme, su hermana Eliani Pérez sostiene que venden unos 200 jugos al día y eso les es suficiente para pagar arriendo, comer bien y enviar dinero a sus familiares. “Allá no se podía tener nada, solo alcanzaba para dos comidas, acá comemos bien”, dice la oriunda de Falcón, parte costera del país, quien viajó cuatro días por tierra a Guayaquil.

La mayoría son profesionales y piden la oportunidad de un trabajo estable.

Daniel Regalado, director institucional de la Asociación Civil Venezolanos en Ecuador, refiere que todos buscan el mismo fin, seguridad, empleo y establecerse de manera regular y otros toman a Ecuador como de paso a otras naciones. Algunos están regularizados y otros no han podido hacer el trámite porque no han podido apostillar sus antecedentes penales en su país. (I)