Como una mujer emprendedora, trabajadora y comprometida con la labor social, así se describe Rocío González, esposa del presidenciable por Alianza PAIS, Lenín Moreno.

Lleva 43 años de casada y asegura que su matrimonio se mantiene porque se basa en valores. “Lo conocí en Quito, en una fiesta de carnaval. Es una relación basada en el amor, el respeto, la admiración y un compañerismo que nos ha permitido realizar lo que nos hemos propuesto”, sostiene ella, quien contestó por escrito a un cuestionario de este Diario.

Dice que el momento familiar más difícil que vivió fue cuando su esposo perdió la movilidad de sus piernas tras un asalto. “Fue el desafío más fuerte que nos puso la vida, pero fue precisamente él (Moreno), quien con su inteligencia, fortaleza y positivismo, logró que nos unamos mucho más y superar todas las adversidades”.

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Siempre he acompañado a Lenín en los recorridos de campaña electoral, es reconfortante estar cerca de la gente, escuchar sus necesidades, y compartir su cariño y confianza”.Rocío González

González trabaja en la campaña electoral y tiene una agenda diferenciada de su esposo que, según ella, se enfoca en la labor social. “Estoy trabajando con las brigadas Las Manuelas, que es la nueva etapa de la Misión Manuela Espejo, volvemos a visitar a las personas con discapacidad para preguntarles qué necesitan, en qué más podemos ayudarles, actualizando su información. No habrá un solo ecuatoriano sin ser atendido. Por lo pronto, hemos entregado ayudas técnicas, producto de autogestión y colaboración de personas solidarias”, dice.

Aunque sostiene que la planificación social no solo será para personas con discapacidad. “Otro tema importante es prevenir el consumo de drogas en jóvenes. Algo que nos preocupa mucho es combatir la violencia de género. Empoderar a la mujer es fundamental, procurar que todas reconozcamos que somos capaces de valernos por nosotras mismas. En los más pequeños debemos inculcar el respeto, la igualdad, la tolerancia”.

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Además, defendió la gestión realizada por su esposo en Suiza cuando fue designado como enviado especial de las Naciones Unidas. “Fue el embajador de mil millones de personas con discapacidad en el mundo, lo cual es un motivo de orgullo para los ecuatorianos. Esto nos permitió, debido al terrible terremoto que sufrió nuestro país, hacer gestión para dotar de vivienda a muchas personas con discapacidad. Mi aporte fue asesorando en el diseño y la planificación de esas 300 casas que hemos dado a las familias de Esmeradas y Manabí para que estas sean accesibles, funcionales y lindas”, señala.

En lo político, es crítica al cargo de primera dama y afirma que su participación en un posible gobierno de su cónyuge sería enfocada en apuntalar las misiones que impulsó Moreno cuando fue vicepresidente. “En el Ecuador no existen mujeres de primera y de segunda, todas somos de primera. Me gustaría ser un enlace que sirva para que las mujeres nos unamos para sacar adelante los proyectos que nos inspiran. No ocuparé cargo público alguno, estaré acompañando a Lenín”. (I)