“No hay nada más traicionero que el corazón”, advirtió el papa Francisco durante la misa matutina celebrada este jueves en la Casa Santa Marta, en el Vaticano, donde comentó la parábola del rico y el pobre Lázaro.

“Hay un límite a partir del cual difícilmente se puede volver atrás. Ese momento se produce cuando el pecado se transforma en corrupción. Esta persona, el rico de la parábola, no era un pecador, era un corrupto. Porque sabía de la existencia de la miseria, pero era feliz a pesar de todo y no le importaba nada”, reflexionó Francisco, según el portal Aciprensa.

El papa destacó “la fecundidad del hombre que confía en el Señor, frente a la esterilidad del hombre que confía en sí mismo”. “Ese camino es peligroso, resbaladizo, cuando solamente confío en mi corazón, que es traicionero y peligroso”, dijo.

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“Cuando una persona vive en ambiente cerrado, respira ese aire de sus propios bienes, de su satisfacción, de su vanidad, de sentirse seguro, y se fía solo de sí mismo, pierde la orientación, pierde la brújula y no sabe dónde están los límites”, expresó.

“Los sintecho, los pobres, los abandonados, incluso los sintecho bien vestidos que no tienen dinero para pagar el alquiler porque no tienen trabajo. ¿Qué es lo que siento? Esto forma parte del panorama, del paisaje de una ciudad, como una estatua, como la parada del autobús, la oficina postal… ¿También los sintecho son parte de la ciudad? ¿Es esto normal?”.

“Cuando estas cosas suenan como algo normal en nuestro corazón, cuando nos justificamos diciendo ‘es que así es la vida. Como, bebo, pero para quitarme un poco de culpa doy una limosna y sigo adelante’, entonces no vamos por buen camino”, advirtió.

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“Pidamos al Señor: ‘Escruta, Dios, mi corazón. Mira si recorro el camino equivocado, si estoy avanzando por ese camino resbaladizo del pecado, de la corrupción, en el cual no se puede dar media vuelta. Guíame hacia la ruta de la vida eterna’”. (I)