La candidatura del oficialista Lenín Moreno a la presidencia de Ecuador ha despertado rechazo entre indígenas, sindicalistas y grupos sociales otrora afines a Rafael Correa y que rompieron su alianza tras verse perjudicados por varias políticas del mandatario saliente.

Nelson Erazo, presidente del Frente Popular que agrupa a sindicalistas y grupos sociales, dijo a The Associated Press que impulsan "un voto de rechazo a Correa, que ha perseguido y criminalizado la lucha social... Nos ve como enemigos de su proyecto y ha utilizado todo el poder del Estado para tratar de acallarnos".

Correa, que alcanzó su primer triunfo electoral en 2006 de la mano de estos grupos, impuso durante sus dos mandatos leyes contrarias a los gremios y enjuició a sus dirigentes, muchos de los cuales están encarcelados y afrontan pagos pecuniarios. Con frecuencia, el mandatario también ha insultado públicamente a los líderes sociales en sus cadenas de radio y televisión de los sábados e incluso impulsó la creación de organizaciones paralelas para dividirlos.

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"Los trabajadores planteamos: ni un solo voto al correísmo (movimiento encabezado por Correa), ni un solo voto al continuismo, al autoritarismo y al totalitarismo de Alianza PAIS" el partido de gobierno, enfatizó Erazo.

Los gremios argumentan que el gobierno impidió el derecho a la organización y a la protesta, lo que facilitó el despido de muchos empleados públicos y privados.

Ruptura tras nueva constitución

La ruptura comenzó a medidos de 2008 cuando la nueva constitución nacional elaborada por la mayoría oficialista no incluyó las principales demandas de los antiguos aliados de Correa. Desde entonces han proliferado las marchas y protestas contra el gobierno.

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Aunque estos grupos no se han apartado de sus ideales de izquierda, en el plano electoral han dicho que prefieren votar al opositor Guillermo Lasso, un exbanquero de derecha, antes que llevar al poder a quien ven como el continuador de las políticas de Correa.

Moreno y Lasso fueron los más votados en la primera vuelta del 19 de febrero en la que el oficialista sumó 39,35% de los votos y estuvo a menos un punto de ganar en la primera ronda, mientras Lasso obtuvo 28,11%. Moreno también representa la oportunidad de que los movimientos de centroizquierda latinoamericanos se mantengan en el poder tras perder las últimas elecciones en varios países como Perú y Argentina.

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El gobierno de Correa es el que "más ha golpeado a la organización autónoma del movimiento indígena persiguiendo a sus dirigentes, induciendo a la creación de organizaciones paralelas", dijo a AP el analista Julio Echeverría del Instituto de la Ciudad.

La mayor organización sindical del país, el Frente Unitario de Trabajadores, pidió a sus militantes en un comunicado leído por su presidente Ángel Sánchez "a que se unan y no se dé ni un solo voto por el correísmo. Es más, tampoco se vote ni en blanco ni nulo para parar de una vez por todas este modelo que nos ha llevado a este desastre".

Moreno ha buscado despegarse de la herencia sosteniendo una y otra vez que en su eventual gobierno predominará el diálogo, que la suya será una gestión de manos extendidas y que continuará las buenas obras del gobierno de Correa y mejorará las que no han estado bien.

Jorge Herrera, presidente de la Confederación de Nacionalidades Indígenas de Ecuador, remarcó que "la decisión es contra el correísmo" y que si eso significa votar "a favor del candidato Lasso, pues así ha de ser".

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Según la última encuesta de la firma Cedatos-Gallup, realizada una semana después de la elección del 19 de febrero, Lasso obtendría 52,1% de los votos mientras Moreno alcanzaría 47,9%. El sondeo se realizó sobre la base de 2.860 entrevistas y posee un margen de error de 3,4 puntos porcentuales. (I)