Lo vieron retraído. A unos vecinos incluso les esquivó el rostro la tarde anterior. Y tres días antes trató de suicidarse por tercera ocasión, pero su esposa lo habría alcanzado a bajar de una soga, dijo una hermana. Aparentemente era un vecino respetuoso y hogareño, que había perdido su trabajo y andaba deprimido, según familiares. “Dios lo bendiga, hermana o hermano”, decía al transitar por el barrio, en el sur de Guayaquil, cuentan quienes lo trataron.

Pero aquello cambió la madrugada del martes último, cuando él, de 38 años, habría apuñalado primero –en el abdomen– a su hijo de 3 años, que estaba acostado en un colchón de la sala. Luego supuestamente cerró la puerta de la casa y persiguió a sus otros tres vástagos y a su esposa, a quienes apuñaló por la espalda mientras intentaban huir, según investigaciones preliminares.

Dos cuchillos usó para acabar con la vida de sus cuatro hijos, de 3, 4, 10 y 13 años, y con la de su pareja, de 30. Después trató de quemar la casa para borrar evidencias, y se autohirió en tres partes del cuerpo. No es el único caso en el país, donde progenitores asesinan a sus descendientes y a sus parejas.

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Pero ¿qué los podría llevar a actuar así? La depresión, que enmascararía otros problemas mentales, y trastornos de personalidad estarían entre los males que pueden desencadenar tragedias, como la del martes en la coop. Mélida de Toral, Las Malvinas, contaron expertos consultados por este Diario.

Victoria Silva, médico psiquiatra del Instituto de Neurociencias, de la Junta de Beneficencia de Guayaquil, dijo que una depresión también esconde o es un síntoma de otras enfermedades mentales, como esquizofrenia, trastorno esquizoafectivo o trastorno bipolar.

Aseguró que cuando hay ideas suicidas persistentes, voces o alucinaciones que le digan a las personas que se quiten la vida o que maten, se necesita ayuda médica de emergencia.

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“(En la esquizofrenia) hay una distorsión del pensamiento, por ejemplo, me hablan con cariño, pero veo que me agreden, me insultan, me miran con mala cara. También hay alucinaciones, por lo general, auditivas, las personas escuchan voces (…), esas voces pueden darle órdenes: mata, ataca, acuchíllate… y son peligrosísimas porque llevan a cometer un suicidio, un homicidio”, explicó Silva.

Agregó que le preocupa también que actualmente vayan a consultas universitarios con ideas suicidas, porque no encuentran trabajo y no tienen cómo ayudar a sus familias.

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Marjorie López, trabajadora social, y Anabel Arévalo, psicóloga clínica del Centro Ecuatoriano para la Promoción y Acción de la Mujer (Cepam), coincidieron en que se están viendo más casos de femicidios y asesinatos en los que se actúa con saña y premeditación, pues el autor, un miembro de la familia, se da tiempo para planificarlo.

Según ellas, en ocasiones no se evidencia la violencia familiar porque son sutiles o están naturalizadas. Por ejemplo, que se cele a la mujer, que no se la deje salir, que se esté pendiente de sus pasos, entre otros.

“No solo asesinan y atentan contra la vida de los hijos, los ponen como testigos del asesinato de sus madres (…). Quitarles la vida a los hijos es parte de castigar a esa mujer, de hacerla sentir culpable”, indicó López.

En el primer año de tipificación del femicidio, de agosto de 2014 a agosto de 2015, la Fiscalía ecuatoriana registró 45 casos. De estos, 18 recibieron sentencia. En Cepam llevan un registro promedio de 180 casos a nivel nacional, pero no todos estarían como femicidios.

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En la Fiscalía de Guayas, de enero a octubre de 2016 se registraron seis denuncias por femicidio y 327 por asesinato.

Según Silva, para cortar la violencia hay que trabajar en prevención con la víctima y el victimario y con la guía de profesionales, como psiquiatras, psicólogos, trabajadoras sociales, entre otros.

Para las representantes de Cepam, el tema involucra a toda la comunidad. Ambas creen que los vecinos pueden ayudar, dando alertas cuando escuchan gritos o pedidos de auxilio. “No es un problema de marido y mujer”, enfatizó López. Y llaman a estar atentos a las amenazas de muerte contra los miembros de la familia, porque podrían cumplirse. (I)

Por considerar
Las ideas suicidas persistentes, las voces o alucinaciones que les digan que maten o se autoeliminen. Necesita ayuda de emergencia, dicen expertos. En el Instituto de Neurociencias hay atención las 24 horas.

Un síntoma de alerta son los cambios de comportamiento, diferentes al habitual, como querer estar solo, andar retraído, no hablar con nadie o pasar encerrado. Otras personas, en cambio, se vuelven más violentas, agresivas o irritables, dice Victoria Silva, psiquiatra.

La violencia psicológica, a través de las amenazas, se puede constituir en un femicidio. “A las amenazas hay que ponerles mucha atención, porque se han dado casos que sí las cumplen”, asegura Marjorie López.

La genética o herencia, el medioambiente y la familia intervienen en la aparición de enfermedades mentales, según los expertos.

55%
Es la cifra actual de violencia social, que, según las autoridades, incluye a la intrafamiliar e interpersonal, se dijo ayer.