Recuerda con exactitud fechas y detalles de su vida profesional y de los especialistas que le dieron la oportunidad de ser parte de un equipo que se convirtió en Guayaquil en pionero de la cirugía de corazón abierto. Por eso Lelia Colombia Quintero Estrada, médica cirujana, prefiere hablar en plural cuando se refiere a su desempeño como perfusionista (manejo de la máquina corazón y pulmón) en este grupo cardiovascular que inició sus primeras intervenciones en 1977, en el hospital Luis Vernaza de la Junta de Beneficencia de esta ciudad.

También por eso precisa que la presea “M. I. Municipalidad de Guayaquil 2016”, que le otorga la Alcaldía y que le será entregada por su trayectoria durante la sesión solemne del 9 de octubre, en homenaje a los 196 años de independencia de la urbe, la recibe a nombre de ese equipo que formó el doctor suizo Charles Hahn.

Sentada en la sala de su casa, en el centro de la ciudad, donde nació el 12 de abril de 1936, narra sus vivencias y de la mayor satisfacción que le ha dado su profesión: la de poder salvar una vida.

Publicidad

La octava de catorce hermanos (siete vivos) cuenta que de pequeña, junto con su hermano Salomón, querían convertirse en médicos. Un anhelo que ella lo concretó el 29 de diciembre de 1969 cuando se graduó como médica cirujana en la Universidad de Guayaquil.

Pero su preparación como perfusionista comenzó antes, en enero de ese mismo año, cuando a través de un amigo, el doctor Víctor Pallares, fue aceptada por el doctor Denton Colley, uno de los cirujanos cardiovasculares más prestigiosos de esa época –precisa–, para realizar un entrenamiento durante seis meses como perfusionista en los hospitales del Texas Heart Institute. La práctica fue primero en animales y luego en seres humanos.

El anhelo de realizar cirugía cardiaca no se concretó.

Publicidad

Señala que en 1976 llegó a la ciudad el profesor Hahn, jefe de cirugía cardiaca de la clínica de Genolier en Suiza, quien tuvo la idea de que los profesionales que habían realizado especialidades en diferentes países debían ir a un solo sitio para seguir las mismas reglas.

Es así como en enero de 1977 viajó a Suiza a esa clínica para capacitarse, durante seis meses, junto con dos instrumentistas y cuatro especialistas en terapia intensiva.

Publicidad

Mientras tanto, Hahn en Guayaquil inició en abril de 1977 las primeras cirugías de corazón abierto en Guayaquil. Tres meses después regresó con su equipo cardioquirúrgico y junto con el equipo ya formado por los ecuatorianos que se especializaron en Suiza se realizaron operaciones. Hubo un intercambio de profesionales en los dos grupos.

Una experiencia que Colombia, como prefiere que la llamen, considera satisfactoria. Para ella y para el equipo que trabajó en el hospital Luis Vernaza, el poderle decir a un padre o a un esposo que ese niño o que su esposa que tiene problemas cardiacos, congénitos o adquiridos tendrá una vida normal. (I)

Lo que en realidad a mí más me llena es que a veces ando por la calle y ese niño, que ya es un hombre, me dice doctora Colombia ustedes me operaron de corazón (...) y estoy aquí, es algo bonito”.Colombia Quintero, médica cirujana

Colombia considera que la cirugía cardiaca tiene un futuro brillante en el país porque todos los profesionales que están operando en esta especialidad están bien preparados. “Tienen la mística de hacer las cosas cada día mejor y eso es muy importante”, dice.

Recuerda que antes no se podía hacer nada con aquel joven, niña o esposa sino esperar que llegara la muerte. Por eso reitera que “la mayor satisfacción es salvar esas vidas que antes no tenían ningún futuro. Llorábamos no solo yo, sino el equipo y los chicos que estudiaban cardiología cuando no había cirugía cardiaca y no se podía dar ninguna esperanza”.

Publicidad

Por eso resalta que desde 1977 la cirugía cardiaca dio un salto fantástico.

Colombia nunca se casó. “Me casé con la medicina”, responde y sonríe brevemente.

Ella, al igual que su hermano Salomón, que cumplió su sueño de ser cirujano general, lograron probar que no era necesario tener conexiones o familiares doctores para llegar a ser médicos. “No era así. Todo era cuestión de esfuerzo y voluntad nada más. Estudiar, trabajar (...) los primeros de enero, los 31 de diciembre, estar siempre en el hospital, estar atrás del enfermo, practicando”, enfatiza.

En el hospital Luis Vernaza trabajó, en la mañana, manejando la máquina corazón pulmón desde 1977 hasta diciembre del 2008 y en la clínica Guayaquil, en las tardes, desde enero de 1998 hasta noviembre del 2014.

Pero antes, como cirujana adscrita a la sala San Juan Bautista en el hospital Luis Vernaza estuvo de enero 1970 hasta casi 1984. Hizo solo cirugía general y después solo perfusión.

Según información online del Texas Heart Institute, donde se capacitó, los perfusionistas son integrantes esenciales del equipo cardioquirúrgico, porque se encargan de operar la máquina de circulación extracorpórea (derivación cardiopulmonar).

Reconoce que no tiene buen carácter, es estricta y le gusta hacer las cosas bien. “Si voy a dar esta perfusión le pongo toda la atención del mundo, no me distraigo con nada porque estoy trabajando para salvar una vida”, señala.

“Para mantener el flujo de sangre a los tejidos del cuerpo durante las operaciones en que es necesario detener el corazón, los cirujanos precisan los servicios de los perfusionistas”,destaca www.texasheart.org.

Dice que lo que más extraña es la unión que había en el equipo, que estaba integrado por cerca de 13 profesionales, lo cual “es importantísimo en una cirugía de corazón”.

Añade que como toda profesión siempre dice a la gente “que se queja desde la más humilde hasta la más chévere, si usted no le dedica todo su tiempo o todo su amor no vale...”, manifiesta. (I)