Consumiendo los ahorros de años, hipotecando bienes, prestando a familiares, amigos, a la banca privada y en algunos casos a la pública, el sector camaronero de Manabí, sobre todo del norte, comenzó por su cuenta la reconstrucción de su área, afectada por el devastador terremoto de 7,8 del pasado 16 de abril y por las réplicas posteriores, que hasta las 06:00 de ayer se contabilizaban en 2.520, según el Instituto Geofísico.

Mañana que se cumplen cinco meses del suceso, muchos aún no olvidan aquellos momentos que vivieron con escenas trágicas. Y la angustia se repite cada que la tierra vuelve a temblar, como sucedió ayer en Muisne, en el sur de la provincia de Esmeraldas, fronteriza con la zona norte de Manabí. Ahí, a las 11:50, se registró un sismo de 5,1.

En abril, pequeños, grandes y medianos camaroneros perdieron, en algunos casos, a familiares, amigos, clientes y vecinos. En otros, quienes llevaban las riendas del negocio fallecieron y ahora sus herederos tomaron las direcciones.

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Ellos dicen que pese a la tragedia, a los daños y a las deudas que ahora tienen, le apuestan al resurgimiento de su tierra, la misma que les dio la oportunidad de crecer y por la cual zonas como Pedernales y sus parroquias, entre estas Cojimíes, se hicieron conocidas en el país.

El camarón es una de las principales fuentes de ingresos del norte de Manabí. Según gremios camaroneros, el 90% del Producto Interno Bruto (PIB) del cantón Pedernales depende de la actividad camaronera.

En 2015, este cantón generó $ 230 millones por la actividad camaronera, según las estadísticas de los gremios.

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Catorce días después del terremoto, gremios camaroneros hablaban de 14.350 piscinas inhabilitadas de las 20.500 hectáreas (ha) de piscinas registradas en Manabí y el sur de Esmeraldas. Del total de la cifra de las inhabilitadas, 6.150 piscinas quedaron destruidas, afirmó en ese entonces la Cámara Nacional de Acuacultura.

Los problemas inmediatos, tras el terremoto, según los camaroneros afectados, fueron los daños en piscinas, laboratorios de larvas, empacadoras, bodegas; el cierre de vías, que impidió en algunos casos la llegada a los negocios dañados.

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A esto se sumaron la falta de maquinarias para la rehabilitación y reconstrucción, así como problemas para contar con capital económico efectivo. Adicional estaba la falta de personal para las distintas tareas de reconstrucción.

Muchos trabajadores dejaron sus tierras, como Pedernales. Otros, en cambio, no pudieron volver a laborar o manejar maquinarias porque quedaron enterrados bajo escombros.

“Fue algo horrible. Sin luz, sin agua, sin dinero, sin comida, sin nada. Lo primero que uno quiere es huir de la tragedia. No importaba el trabajo”, cuenta Heriberto Zambrano, de 50 años, quien dejó su empleo en una camaronera manabita.

Gregorio Bone, de 25 años, también dejó su trabajo en la empresa Alimentsa. Él se fue con su familia a Santo Domingo a buscar un mejor futuro, en una tierra que le brindara lo más importante: que no temblara como su Pedernales.

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A los nueve días, cuenta, regresó. “Las cosas por otro lado son difíciles y tuve que volver. Me dieron la oportunidad de seguir trabajando y recuperé el trabajo”, dice Bone, quien dejó a su esposa e hijo de 2 años en Santo Domingo.

En Alimentsa, dice, Julián Zedeño, representante de Ventas para Manabí de esta empresa que ofrece balanceado para camarón, se bajaron los precios y se dieron créditos en función de las necesidades de los clientes, como ayuda a la reconstrucción. Aquí, una vez que lograron salvar parte del balanceado que tenían en una bodega que colapsó, comenzaron a entregar el alimento.

Christian Fontaine, de la Cooperativa de Productores de Camarón de la zona norte de Manabí (Cooprocam), que agrupa a 280 socios del sur de Esmeraldas y de Manabí, dice que gracias a la pujanza de los productores camaroneros el sector se ha vuelto a levantar.

Asegura que aún un 10% no está reactivado, ya que todavía tiene daños en su infraestructura y no está funcionando. Ellos calcularon daños promedios en un 40% del sector.

“El Gobierno algo ha ayudado. Todo lo que ofreció no lo cumplió. Ofrecieron máquinas, créditos. BanEcuador ha estado dando crédito de hasta $ 20.000 con garante. No todos los productores tienen acceso a tener un garante”, dice Fontaine, quien desea que haya más acceso a este tipo de créditos, ya que han arreglado parte de las camaroneras.

“Hace falta invertir algo más en infraestructura y para tecnificación”, agrega.

Recuerda que el tema camaronero en la zona norte de Manabí comenzó en la década de los ochenta cuando la política de Gobierno de entonces fomentaba la construcción de camaroneras en áreas sin mayor desarrollo. En el 2.000, el sector se vio fuertemente sacudido por la epidemia de la mancha blanca. Se suman las consecuencias del fenómeno de El Niño, en varias épocas.

El estado de excepción para las provincias de Manabí y Esmeraldas volvió a ser renovado el martes último. (I)

90%
de la economía

del cantón Pedernales, en Manabí, depende de la producción de camarón, que va al exterior.

10%
de camaroneras

afectadas por terremoto aún no están operativas, según coop. de productores de camarón de Manabí.

4.500
personas

estarían asociadas a la cría del camarón en Manabí, según datos de la Cámara Nacional de Acuacultura.