“Faltaba media hora del día 16 de abril para iniciar la santa eucaristía. Me encontraba preparando todo lo que debía presentarle de mis oraciones a los feligreses.... De repente empecé a sentir el temblor fuerte y me salí a la calle a arrodillarme y a entregarme a Dios, suplicándole que pare la tierra”, relata el padre Diosney Zapata.

El sacerdote, de nacionalidad colombiana, está a cargo de la iglesia católica de este cantón manabita. Su relato lo hace, a más de mes y medio del terremoto que destruyó la iglesia, en un espacio vacío.

Zapata recuerda que aquella noche solo “escuchaba gritos y llantos de la gente, y los ruidos de las casas que se caían a pedazos. La ciudadanía llegaba hasta el parque central, allí nos abrazábamos para unirnos entre conocidos y desconocidos. Nunca me había pasado esto, dice el religioso.

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“Al otro día pude observar los destrozos que nos dejó el terremoto de 7,8 de magnitud. Nuestra iglesia caída, las imágenes de todos los santos en el suelo, las del Divino Niño, San Pedro y San Pablo hecho polvos, solo pudimos rescatar a la patrona de nuestra ciudad, la Virgen de El Carmen”, asegura.

A pesar de haber caído, esa imagen solo se averió poco. Y también a la que han arreglado es la de Cristo Jesús. Con esas dos se hacen las misas, bajo carpas, porque la edificación se cayó, excepto la torre.

Diosney Zapata indica que está agradecido por las visitas de sacerdotes de otras localidades. La Arquidiócesis de Portoviejo será la que realice las gestiones para la reconstrucción de esta iglesia, una de las cerca de 70 que se dañaron en toda la provincia con el sismo. (I)