El paso de dos grandes volquetes levanta una densa polvareda y acalla el silencio casi sepulcral de estos días en la calle Pedro Gual, la que hasta las 18:58 del 16 de abril de 2016 era la principal de Portoviejo.

Hoy, esta solo es la vía de entrada y salida de maquinaria y de volquetes que adelantan los trabajos de remoción de escombros y derrocamiento de edificaciones destruidas por el terremoto de magnitud 7,8 que marcó un antes y un después a la Ciudad de los Reales Tamarindos, la de los chupamangos –llamada así con cariño–, la capital manabita.

Más de la mitad de esta calle está en la denominada zona cero, el área de mayor destrucción por el sismo, que abarca 32 manzanas. Allí está la mayoría de los 231 edificios colapsados y los 635 en peligro de caer, según el registro del Municipio local.

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La zona cero está cercada. En cada calle hay barreras y hay una sola entrada, en la intersección de Pedro Gual y Francisco Pacheco, donde los militares permiten el acceso solo a quienes tienen un salvoconducto entregado por el Cabildo.

Y allí adentro, los habitantes de ahora son los 150 militares del Grupo de Fuerzas Especiales 26, liderados por el Tcrnel. Luis Martínez. Pasan el día y la noche en esa área, donde no hay agua ni luz, solo máquinas que trabajan de ocho de la mañana a cinco de la tarde. Verdú y XTrans son las constructoras a cargo de las tareas.

Martínez dice que su misión es mantener la seguridad en la zona cero, donde se extraen los escombros de los edificios caídos y tumban aquellos que el Municipio autoriza.

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Es viernes 6 de mayo y los volquetes y maquinaria forman una montaña de escombros, de casi 20 metros de altura, en la calle Alejo Lascano, entre Pedro Gual y 9 de Octubre. Luego, allí trepa una gallineta o retroexcavadora, para comenzar a demoler un edificio de unos ocho pisos.

Y así siguen día a día borrando la destrucción del terremoto, que acabó con el corazón comercial de esta ciudad de casi 300.000 habitantes.

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Sobrecoge ver lo que queda de ese sitio de dinamismo y hasta caótico movimiento comercial y automotor. Queda solo un espacio vacío en lo que era el edificio del Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social (IESS), en Chile y Pedro Gual, de lo que era el edificio del Biess, del hotel El Gato, del hotel Cabrera y de otras edificaciones. El centro comercial municipal está demolido en un 30% del lado de Pedro Gual, en la esquina donde estaba el quiosco de venta de los hot dogs más ricos del Ecuador, como decían algunos portovejenses.

“Portoviejo ya no será la misma, puede ser mejor, si se la reconstruye planificadamente y el Gobierno da recursos, pero no será la que fue hasta antes del terremoto”, afirma el dueño de un edificio de cuatro plantas que pide no citar su nombre.

Algunas edificaciones están en pie, a la espera de que les llegue la hora de que las garras de esa maquinaria las tire abajo. Entonces se borrarán los escenarios de sacrificio, de progreso, de negocio, de amor, de vida y de muerte, pues en algunas de ellas se registró el más de un centenar de víctimas del terremoto del 16 de abril.

Y en cada cuadra solo quedan para la historia los nombres de negocios.

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La remoción no será tarea de poco tiempo, estima Martínez, quien calcula que esa labor demandará al menos unos seis meses.

Luego vendrá la reconstrucción, con un plan de desarrollo concreto, como lo ha dicho el alcalde portovejense Agustín Casanova.

Mientras, solo los militares morarán en esa especie de bombardeada zona cero. (I)