Es la casa donde se criaron, en la que su mamá vivió sus últimos días; es la edificación de cuatro plantas, de construcción mixta, ubicada en Sucre y Pedro Moncayo y de casi un siglo de antigüedad, cuyo piso alto parcialmente se vino abajo durante el terremoto del 16 de abril. Las hermanas Ana y Emma García, de 61 y 58 años, en su orden, volvían a casa en instantes en que la onda telúrica marcaba, en sus vidas, un antes y un después.

Una casa alquilada en la ciudadela Los Esteros es ahora su hogar. La que les pertenecía está en venta y creen que el nuevo propietario la demolerá. Ellas están resignadas a que suceda.

Las García viven en una de las, según el Municipio, 30 viviendas o edificios con más daños en Guayaquil luego del terremoto de magnitud de 7,8 en la escala de Richter. Ellas optaron por la mudanza y venta del bien. Otros dueños deben asumir la reparación o demolición, de ser caso, de estructuras, según lo estipulado por el Cabildo; asumir una súbita carga.

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¡De dónde vamos a sacar plata si somos gente pobre!, exclama una angustiada Patricia Hernández, de 56 años, dueña de una casa de dos plantas, de construcción mixta, ubicada en la Octava y Capitán Nájera, cuya vetusta madera, refiere, ha crujido con las réplicas.

Patricia vive con Suri, su hermana, y su mamá de 91 años. De ellas es su sustento. Ella recibió una citación de la Dirección municipal de Justicia y Vigilancia. Esa oficina ha emitido, luego de cumplida la comparecencia, actas de compromiso conminando a propietarios a reparar o demoler, de ser el caso, las estructuras deterioradas, en el plazo inmediato y a su coste.

La casa de las Hernández no consta dentro de las 30 viviendas o edificaciones con más daños, pero sí en el deber de asumir los correctivos. Esa treintena, de acuerdo con el alcalde Jaime Nebot, pasará por un segundo análisis para determinar cómo subsanar los daños.

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Nebot refirió que la reparación es posible en la mayoría de casos, pero no descartó la demolición de algunas de ellas.

“Quedaríamos como damnificados si tumban la casa”, dice Cristhian Oleas sobre la posibilidad de la demolición de la vivienda de dos plantas, de construcción mixta, que heredó con sus hermanos, en Huancavilca y Carchi. Asegura que pidió ayuda al Cabildo para enfrentar su situación y que era probable que le cedan maquinaria para derrocar el inmueble. Y estima que $ 2.000 le costaría hacerlo a cuenta propia, pero sostiene que no dispone de ese valor ni para reedificar otro techo.

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Lo que planean Pedro Naula, vendedor de jugos y tostadas, y Martha Paucar, tendera, es solicitar préstamos para restituir rápido sus bienes dañados por la caída de una pared en García Moreno y Vélez, aunque persiguen ser indemnizados.

Los fragmentos estropearon la carretilla de él y la camioneta de ella. Pedro labora en una carreta antigua de la que ya no dan permiso municipal. Martha dice que ya no puede ayudarse con los fletes. Esperan un nuevo mañana. (I)

Afectación
Familias

Presupuesto
El propietario de un edificio que presenta daños, ubicado en Víctor Manuel Rendón y Baquerizo Moreno, evalúa proformas. Un ingeniero civil ya le tasó en $ 42.000 la reparación de varios pisos.

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