“Quién no ha llorado. Hasta el ateo debe haber nombrado a Dios en esos momentos”. Así respondió John Carreño sobre lo vivido durante el terremoto del pasado 16 de abril.

Ayer, Carreño iba en su bicicleta por la calle Chile a ver el edificio donde alquilaba un local de su tercena, en la que trabajó 28 de sus 47 años. Nada quedó del negocio, pero lo que más le preocupaba era dónde levantará uno nuevo.

Decenas de comerciantes accedieron a una de las tres fases a las que ha dividido el COE de Portoviejo al sector céntrico devastado, denominado zona cero. La de ayer fue la fase 3, que comprendía las calles Francisco de Paula Moreira, una parte de Chile y Alajuela y también de 10 de Agosto y Sucre, según Verónica Rodríguez, de la empresa municipal Portomercados.

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Cada dueño de local accedía con un salvoconducto y hasta con seis ayudantes y un vehículo para retirar los bienes que quedaron del terremoto.

Fueron cientos de comerciantes que entraron. Para hoy, podrán hacerlo los de la fase 2 y estarán en las calles Chile, Alejo Lascano, 9 de Octubre y parte de las calles Rocafuerte y Pedro Gual. La fase 3 comprende una parte de las calles Pedro Gual, Chile hasta el borde de Francisco de Paula Moreira.

Entre los comerciantes se hallaba Wilmer Pinargote. Su rostro denotaba cansancio. Ya ha derramado lágrimas porque el terremoto le arrebató a su hijo John, quien tenía 5 días de haber arribado junto a su esposa de Argentina, donde efectuaba una maestría de Medicina.

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Su edificio Mariner lo había levantado desde hace 30 años en Francisco de Paula Moreira; cinco pisos llenos de calzado, ropa de colegios y mucho esfuerzo se desplomaron en menos de un minuto. Hoy duerme junto con familiares en casa de un hijo. “Yo no voy a parar, yo tengo deseos de trabajar y si el Gobierno me apoya, como tengo en mi proyecto, quizás voy a ser mejor”, expresa con una asombrosa confianza, tan propia de los manabitas.

David Macías acondicionaba, antes del terremoto, el segundo piso de un edificio de tres plantas, una herencia que le dejaron sus abuelos. Él también perdió a tres familiares y además un negocio en la avenida Manabí; ayer retiraba parte de las baldosas que jamás pudo ubicar en el edificio, que está a punto de colapsar.

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“Rompí en llanto, pero debo levantarme. Esto es muy duro, es iniciar de cero como le dicen a esta zona”, reflexionó.

En cambio, Bella Ruiz dijo que era poco lo que había perdido de su farmacia naturista, pero que ya no se quedará en Manabí, sino irá a Los Ríos.

La reactivación económica es la prioridad para el alcalde de Portoviejo, Agustín Casanova, quien ayer estrenaba nueva oficina, un aula de la facultad de Ciencias Humanísticas de la Universidad Técnica de Manabí en donde estará al menos tres meses hasta que se evalúe el estado del edificio municipal.

Hasta ayer el Cabildo portovejense buscaba el lugar idóneo para ubicar a los comerciantes. “Pueden abrir en estos espacios para sacar su mercadería para ubicarse en espacios de caña que les vamos a asignar hasta que hagan reparación”, dijo.

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El reporte que tenía el alcalde hasta ayer indicaba que había 120 edificios colapsados totalmente, en 157 manzanas evaluadas, pero que la intención es llegar a las 250 manzanas. Además 334 edificios o estructuras están en riesgo y 531 edificios o locales con acceso restringido.

Ayer John Masun, de la Usaid, junto con un bombero de Los Ángeles, Estados Unidos, evaluaba los daños. Esos datos permitirán a las autoridades de Portoviejo que sepan cuán endebles están los edificios. (I)