José Betancur recargaba su celular para llamar a su natal Colombia cuando empezó a temblar en Manta, la ciudad del Pacífico ecuatoriano golpeada por el sismo del 16 de abril. Sobreviviente del terremoto que en 1999 sacudió el eje cafetero colombiano, sólo pensó en correr.

"Mentira que iba a pasar. Yo estaba con mi hija mayor, de 13 años, y mi esposa estaba en la casa con la niña de tres. Yo sólo pensaba en ellas, porque se fue la luz, la gente salía a la calle, era una tragedia, era tremendo", contó a la AFP poco antes de subirse al avión de la Fuerza Aérea Colombiana que este domingo lo devolvió a su tierra.

Como otras 141 personas, entre colombianos y familiares ecuatorianos, este hombre de 39 años decidió regresar donde su familia en Montenegro, departamento de Quindío, a unos 15 km de Armenia, epicentro del sismo que dejó más de 1.100 muertos hace 17 años, "para empezar de nuevo".

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Colombia estima que en Ecuador viven unos 350.000 a 400.000 colombianos, aunque según fuentes de la cancillería solo hay 57.000 registrados. De éstos, 1.023 pidieron hasta ahora asistencia a las autoridades de su país por el sismo de magnitud 7,8 que ya deja más de 600 muertos en la costa ecuatoriana, 11 de ellos colombianos.

Unos 400 colombianos pidieron ser repatriados, de los cuales el gobierno ya devolvió por tierra y por aire a 322 y se prevé que vuelvan más en los próximos días.

Angelis Arias, una veinteañera con una hija de dos años, sabe que no será fácil encontrar trabajo en su ciudad, Villavicencio. "En Ecuador se vive mejor, se gana en dólares", dijo.

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Pero el sismo, que destruyó totalmente el edificio donde vivía en Manta, le dejó una sensación permanente de miedo. "Todo está apagado, muy triste, muchos muertos", contó. "Toca esperar ahora a que Ecuador se arregle".

Algunos, como Estefanía Granados, una joven de 21 años que acababa de llegar del restaurante donde trabajaba en el centro de Manta cuando empezó a moverse todo, iba a Cali para "tranquilizar" a su familia, pero no descarta volver a probar suerte en Ecuador, "donde la economía es más rentable".

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Muchos colombianos se fueron en los últimos años a buscar un futuro mejor a Ecuador, desafiado ahora por las secuelas del sismo y una economía dolarizada y petrolera que sufre los embates de la apreciación de la divisa estadounidense y la caída de los precios del crudo.

Kenny Solorza, un abogado ecuatoriano de 38 años cuya esposa es colombiana, viajaba "para dejar a los niños mientras pasa todo esto". A su lado, su hija Stephanie, de 10 años, parecía muy entusiasmada de quedarse un tiempo con los abuelos en Valledupar. "No me dio susto el temblor", acotó, sonriente.

Otros niños, sin embargo, temblaron por media hora luego del terremoto, según contaron sus padres. O terminaron enfermos.

Omar Macías, un DJ ecuatoriano de 23 años, decidió irse a la patria de su mujer porque su hijo de siete meses no para de toser desde la noche a la intemperie y bajo lluvia que pasaron tras el sismo.

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"Aquí los hospitales están llenos y mejor llevar el niño a Colombia para que tenga un tratamiento mejor", explicó, aunque dijo que regresará. "¡Claro que sí! Esta es mi tierra. Yo me voy por necesidad, pero en tres o cuatro meses estoy acá", aseguró.

Los turistas en Manta, un puerto pesquero y zona de balnearios muy apreciada por los colombianos, sólo querían pisar suelo colombiano.

"Fue horrible, como si el hotel se me fuera a caer encima", relató Tatiana Mesa, una estudiante universitaria de 26 años que ansiaba estar ya en Bogotá.

Junto a ella pasaba Andrea Rojas, de 23 años, feliz cargando una caja de cartón. "Es Macademia, mi gata. Demasiado valiente. Apareció tres días después del terremoto y ahora vuelve conmigo a Bogotá", dijo. "Es que no se puede dormir con las réplicas. Uno vive muerto de miedo de que esto vuelva a ocurrir".