Si algún símbolo capta la ira de los brasileños de clase alta y media alta que se han tomado las calles para protestar contra el Gobierno de la presidenta Dilma Rousseff, podría ser un gigantesco pato inflable.

La figura de 12 metros de alto se instaló por primera vez en la Avenida Paulista en Sao Paulo y una réplica ya llegó a la capital Brasilia. También hay réplicas más pequeñas del pato flotando en la fuente que está afuera del Congreso y en las playas de Copacabana, en Río de Janeiro.

Los líderes empresariales de Brasil han adoptado la figura del pato como un símbolo en su lucha contra lo que describen como la charlatanería de Rousseff en materia económica. A la mandataria la presionan para que deje el cargo mientras intenta sacar a la economía brasileña de su mayor recesión en 25 años.

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"Ya basta de pagar el pato", reclama Paulo Skaf, presidente de la Federación de Industrias del Estado de São Paulo (Fiesp), en un video divulgado este mes, en el que se llama a los brasileños a manifestarse contra el Gobierno de Rousseff.

"Pagar el pato" implica tener que pagar de forma injusta por los errores de alguien más y la campaña "No voy a pagar el pato" es impulsada por la federación en protesta por lo que consideran los fracasos del Gobierno de Rousseff.

Desde que Rousseff asumió la presidencia en 2011, la economía de Brasil pasó de ser una de las de crecimiento más acelerado del mundo a una de las de peor desempeño, con una contracción de 3,8 por ciento en 2015.

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El año pasado, cuando la mandataria propuso un nuevo tributo para compensar el descenso de los ingresos fiscales, la Fiesp instaló un gigantesco pato en Brasilia, mientras que su par de Río puso una réplica en Copacabana.

Ahora el pato reside en la Avenida Paulista, donde se realizaron las mayores manifestaciones por la salida de Rousseff. La presidenta enfrenta procedimientos para la realización de un juicio político en su contra en el Congreso.

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El viernes, mientras oficinistas se agolpaban en torno al pato, un grupo de manifestantes se reunió en una muestra de apoyo a Rousseff.

"(El pato) no es más que un símbolo bobo concebido por la elite", acusó el profesor Cleber Goncalves, que agregó que las protestas contra el Gobierno no eran más que "la clase privilegiada tratando de defender sus lujos". "Siempre están tratando de engañar a la gente". (I)