El movimiento de gente a pie comienza desde las 05:30. Se centra en un sector de ocho cuadras del Cisne 2, en el suroeste de Guayaquil, desde la calle A hasta la E entre Samborondón, la 24 y la 25. Allí, decenas de comerciantes se toman la vía pública para ofertar desde artículos de gasfitería para el hogar hasta repuestos mecánicos y eléctricos de vehículos, usados en su mayoría.

Los vendedores tienden en el suelo plásticos y sacos para colocar su mercadería, algunos usan sombrillas para cubrirse del sol o la lluvia, otros se instalan a la intemperie. Y esa especie de mercadillo ocupa las calles en su totalidad, por lo que de lunes a domingo en esa zona el tránsito, al menos en la mañana, solo es peatonal.

Una vez ubicados los comerciantes, los clientes llegan desde las 07:00 atraídos por los precios ‘baratos’ con los que se consiguen licuadoras, cocinetas, ventiladores, televisores, radios, juguetes, bicicletas, ropa, zapatos, herramientas, llantas, asientos de carros y un sinnúmero de cosas más.

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No obstante, el sitio está en la mira de las autoridades, pues, al parecer, se estarían ofertando objetos robados. El pasado martes 19, el gobernador del Guayas, Julio César Quiñónez, y personal a su cargo recorrieron el sector para levantar información del sitio, como parte de la intervención integral que se prevé hacer allí.

Ese día Quiñónez habló de ordenar a los comerciantes informales y de desarticular las actividades ilícitas.

“La verdad es que uno busca lo más barato porque no hay plata, esa es la realidad”, cita Carlos Rivera, un cliente.

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En el Cisne 2, donde hay unos mil comerciantes, Luis Murillo vende coches y corrales para bebés desde hace dos años. Él reconoce que en el lugar ‘hay de todo’, pero opina que debería hacerse un censo para identificar a quienes ofrecen mercadería al margen de ley.

“Que se nos puedan dar alternativas porque las personas necesitan trabajar”, remarca.

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Murillo se define como artesano, pues señala que compra en remate sus artículos en los grandes almacenes, explica que se trata de mercadería que llega con fallas de fábrica y que él se encarga de reparar.

No obstante, cuenta que también adquiere coches usados, que los compra a los dueños, y que luego los pinta y tapiza para dejar como ‘nuevos’.

Leonardo Castillo, otro comerciante con 12 años en la zona, expende tubos, codos, neplos, serpentinas y demás cosas de gasfitería, así como chapas de puertas y tomacorrientes.

Señala que él compra los artículos a los recicladores y que luego los somete a una limpieza con cloro, pues nadie se interesa por cosas sucias.

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Los tomacorrientes y otros utensilios de electricidad que resultan más económicos los adquiere en ferreterías donde ya es conocido, dice.

Andrea Bravo, quien vive en Domingo Norero y la E, sostiene que el mercadillo resulta ser un mal vecino, sobre todo los fines de semana cuando los compradores abarrotan las calles y el negocio se extiende hasta la tarde. Refiere que en muchas ocasiones los vendedores dejan las calles sucias.

“Los domingos es muchísimo peor, ahí no se puede pasar, está todo ocupado”, cita.

Junto a este mercadillo, en la calle A, se ubica una feria libre que colinda con la iglesia San Vicente de Paúl. (I)

Hay bastantes pequeños comerciantes aquí. No es de decir que todos son lo mismo, sino que cada quien busca la forma de llevar el pan a la mesa de su casa, las personas necesitan trabajar...”Luis Murillo, Comerciante