Acoso sexual, violencia e intimidación son los principales problemas que acechan a las mujeres en las cada vez más grandes urbes de América Latina, según responsables municipales iberoamericanos reunidos en Santiago.

No solo en casa la mujer es víctima de violencia de género. Los transportes en común y las calles de las ciudades se han convertido en lugares inseguros e inhóspitos para buena parte de las ciudadanas.

"Las bases más elementales de nuestra sociedad están en entredicho cuando cerca del 50% de las mujeres, en 15 países de nuestra región, dijeron haber sido víctimas de al menos un asalto sexual en sus vidas", recordó la presidenta chilena Michelle Bachelet, en la inauguración, el lunes por la noche, de la III Cumbre Iberoamericana Mujer y Ciudad.

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El encuentro de tres días en Santiago está destinado a promover la construcción de nuevos modelos de ciudad desde una visión de justicia y equidad de género.

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No en vano, las mujeres piden mejor iluminación de las calles mientras que los hombres reclaman más canchas de fútbol en las ciudades, como recordó una participante.

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Para Daniela Chacón, vicealcaldesa de Quito, el peligro para las mujeres ha salido del espacio privado -la violencia intrafamiliar- para "pasar al espacio público, a los espacios políticos y económicos, y eso genera condiciones de desigualdad y de discriminación".

"Yo diría que el principal problema que sufrimos las mujeres en el mundo es la inseguridad en los transportes y en los espacios públicos que supuestamente deben ser espacios de seguridad y convivencia y que al final terminan siendo espacios discriminatorios y violentos", aseguró a la AFP.

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Quito forma parte de un grupo selecto de cinco ciudades en el mundo con un programa de seguridad focalizado en mujeres y niños. En poco más de un año, se han recibido más de 600 denuncias y ya ha habido dos sentencias, una de ellas, de siete años de cárcel, por acoso.

"Sin voluntad política y sin asignación de recursos no se hace absolutamente nada", reconoció la vicealcaldesa.

La gran mayoría de las mujeres están condenadas a recurrir al transporte público en las ciudades, sobre todo cuando proceden de ambientes socioculturales bajos y viven en las periferias de las enormes urbes latinoamericanas.

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Para la alcaldesa de Madrid, Manuela Carmona, es necesario "identificar lo que las mujeres vamos a cambiar cuando llegamos al poder".

"¡No nos vamos a empoderar para hacer lo mismo que hacen los hombres", exclama, antes de abogar por "cambiar la ética de los derechos por la ética del cuidado", es decir, que los funcionarios de los municipios privilegien la responsabilidad y la empatía.

No obstante, la "cultura de las mujeres necesita clarificarse y conceptualizarse". "Hay muchas mujeres que sienten que las cosas tienen que cambiar, pero les falta la seguridad de saber que son agentes de cambio", subrayó a la AFP.

Para la ministra chilena del Servicio Nacional de la Mujer, Claudia Pascual, solo con el "reconocimiento y la jerarquización necesaria se puede aspirar a la transversalización de las políticas" y, para ello, hay que ocupar sillones en los consejos de ministros y escaños en los parlamentos para poder influir en la toma de decisiones.

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A ello se suma la educación. "Lamentablemente los hombres y mujeres de los barrios nunca han escuchado hablar de divisiones de género, no tienen idea de lo que es el patriarcado, nunca han escuchado la división sexual del trabajo o el feminismo", por lo que es importante "democratizar ciertos conocimientos", dijo Patricia Aguirre, una de las asistentes al debate.

Este encuentro cuenta con la participación de la Unión Iberoamericana de Municipalistas (UIM), ONU Mujeres, la CEPAL, la Asociación Chilena de Municipalidades, la Municipalidad de Santiago y el Servicio Nacional de la Mujer. (I)