El papa Francisco celebró el 50mo aniversario del cambio en las relaciones entre la iglesia católica y otras religiones pidiendo una mayor colaboración interreligiosa para enfrentar los extremismos.

El pontífice dedicó su habitual catequesis de la audiencia semanal de los miércoles a la importancia de la declaración "Nostra Aetate", aprobada durante el Concilio Vaticano II y que revolucionó las relaciones de la iglesia con otros credos, especialmente el judío.

La declaración "En nuestro tiempo" fue uno de los documentos más importantes en salir del Concilio Vaticano II, una serie de reuniones entre 1962 y 1965 que llevaron la Iglesia al mundo moderno. El texto señalaba que no se podía atribuir la muerte de Cristo a los judíos en su conjunto, y reconocía el patrimonio espiritual compartido por cristianos y judíos, además de censurar toda forma de antisemitismo.

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Judíos, musulmanes, hindúes y budistas ocupaban los puestos preferentes en la plaza de San Pedro para la audiencia del miércoles, y fueron invitados a un encuentro con el papa tras el acto.

En su comparecencia, Francisco dijo que la declaración había transformado las relaciones entre católicos y judíos de la "indiferencia y la oposición a la colaboración y la buena voluntad. De enemigos y extraños nos convertimos en amigos y hermanos".

El papa señaló que el aumento del terrorismo ha fomentado las sospechas y condenas sobre religión en general. Aunque ninguna fe es inmune a los fundamentalismos, apuntó, el mundo debe centrarse en cambio en los "valores positivos" que promueve la religión, especialmente el cuidado de los más necesitados de la sociedad.

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"Podemos caminar juntos, cuidar unos de otros y de la creación", dijo.

Al final de la audiencia pidió a todos los presentes en la plaza rezar, "según vuestra tradición religiosa", juntos en silencio. "Pedimos al Señor que nos haga más hermanos entre nosotros, y más siervos de nuestros hermanos más necesitados", agregó. (I)