Son las 21:00 de una noche cualquiera en la ciudad. Los maullidos, con pausas, de una gata perturban el descanso de Gilda Gómez, moradora de la ciudadela Bellavista. Desde hace dos meses, esos sonidos se volvieron costumbre, dice.

Para evitar problemas con sus vecinos prefiere cerrar las ventanas, prender su aire acondicionado y, como último recurso, subir el volumen a su televisor. Todo hasta conciliar el sueño, a las 03:00, en que –afirma– cesan los ruidos de los felinos.

Situaciones similares viven algunos habitantes por los gatos que deambulan sin control en Urdesa, Kennedy, La Atarazana, barrio del Centenario, urbanizaciones privadas, entre otras zonas de la ciudad.

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Varios de estos animales van de terraza en terraza. Lucía Benalcázar, moradora de Urdesa norte, cuenta que al menos una vez a la semana debe limpiar las heces de dos gatos que aparentemente no tienen dueños y que llegan en la noche a su vivienda y se van en la mañana. No hay control, reclama.

Los maullidos son producidos por las gatas en celo. Los machos también marcan territorio, con su orina.

Las gatas, según Édison Villamar, jefe del departamento de Zoonosis del Ministerio de Salud Pública (MSP), paren unas cuatro veces al año, entre cuatro a seis crías por parto.

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Sobre esto, la coordinación zonal 8 del MSP (Guayaquil, Durán y Samborondón) estima que la población felina es de 74.019, cifra reportada a través de las campañas anuales de vacunación contra la rabia.

Pese a esto, no hay datos oficiales sobre la población de gatos callejeros o sin dueño.

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Por ejemplo, en una casa deshabitada ubicada frente al colegio Nueva Semilla, en el barrio del Centenario, cinco gatos conviven en el patio. Llevan más de un año, según vecinos.

“Todos los gatos que los botan son animales indeseados, la gata los pare y (los dueños ) los botan donde sea, basura, estero, o los traen”, comenta preocupado Xavier Cevallos, director de la fundación Amigos con Cola.

En la ciudad, cerca de diez fundaciones reciben gatos y perros. Algunas como Rescate Animal buscan un hogar a las mascotas, incluso viralizando el tema en las redes sociales, como Facebook.

A los refugios de las fundaciones Amigos con Cola y Amigos de los Animales (FADA) llegan al mes unos 320 gatos, en su mayoría por abandono.

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“Este es un problema de emergencia, es como una situación de guerra. La cantidad no se ve porque (los gatos) andan en la noche”, dice Cevallos, quien agrega que los censos “son el primer paso para mejorar la situación”.

Nadia Díaz, voluntaria activa de FADA, cree que es preciso concienciar a la ciudadanía sobre la importancia de la esterilización. “Así evitamos que sufran tanto animales como la sociedad con los excrementos que dejan”, comenta.

Ambos, al igual que otros activistas, consideran que la aprobación de la Ley Orgánica de Bienestar Animal (LOBA), que debate la Asamblea, será un paso en la disminución de gatos ‘indeseados’. Allí se estipulan multas de hasta $ 708 a quienes maltraten, abandonen y no esterilicen a sus mascotas.

Aunque hay personas que los rechazan, para Julio Plaza, morador de Urdesa, alimentar a diez gatos sirve “para alejar a las ratas”. Él invierte $ 300 en comida al mes. (I)

Centros
Apoyo Municipal

Atención gratuita
Aunque hasta el cierre de esta edición el Cabildo no se refirió al tema, desde el 2014 esteriliza gratis a los gatos en centros ubicados en el Guasmo norte, isla Trinitaria, en las coop. Monseñor Leonidas Proaño y Cisne 2; en el suburbio, en la 8ª y la Ch, y en Bolivia y la 8ª. Además esteriliza en el CAMI de Fertisa.