Los hermanos Silvia y Manuel Vélez crecieron en el cerro Santa Ana. Lo atesoran y viven del movimiento que allí palpita en forma de turismo. Ellos están comprometidos con el esfuerzo para que ese sector siga siendo el símbolo de la ciudad, que recibe cientos de visitas.

Crecieron en el declive del Santa Ana y vivieron los años difíciles, de carestías, de falta de visitantes por el poco atractivo que tenía antes de la regeneración urbana, que hizo vistoso ese lugar del centro.

Estos hermanos son dirigentes en el cerro. Él es el presidente de la Asociación de Microempresarios Turísticos del Cerro Santa Ana y ella preside la Asociación Cultural y Turística de la misma zona.

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Crecieron en una vivienda de cuatro pisos que actualmente se llama Casa Grande y está ubicada en el callejón por el escalón 37.

El lugar está lleno de recuerdos y lo han considerado uno de los primeros espacios para realizar todos los años eventos como ferias de artesanías, celebraciones del Día del Padre, de la Madre, del Turismo, la elección de la reina del cerro, festivales gastronómicos, días culturales, entre otros.

“Este callejón fue el primero que tenía nombre, se llamaba Progreso y a la larga progresó. Los demás no tenían nombre sino que se los citaba por números. Ahora este callejón se llama la Plazoleta de los Monjes”, señala Manuel.

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Hace 18 años, su hermana Silvia se casó y pasó a vivir a otro sector, pero no quiso desligarse de la vida del cerro e instaló un quiosco, diagonal a su casa. Allí ofrece artesanías y artículos con imágenes de los atractivos de la ciudad y del país. Además brinda información turística y expende bebidas, sándwiches, entre otros productos.

Manuel, en cambio, continúa viviendo allí y puso el bar-restaurante conocido como La Taberna, que está adornado con artículos antiguos, discos de los años 80, camisetas de colección de Barcelona, fotos del Guayaquil antiguo y otras novedades.

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Su local luce así debido a que él es anticuario, coleccionista y sonidista. Se considera el mejor discjockey con música de los años 80.

Silvia aparte de atender su negocio es periodista, pintora y escultora. Tiene un taller de pinturas y esculturas en uno de los pisos de la vivienda en la que creció.

Cuando se inauguró la regeneración ellos cuentan que le hicieron una promesa al alcalde Jaime Nebot para que este ícono y mirador de la ciudad se mantenga turístico y cultural. Y esa es una promesa que tratan de mantener cada día. (I)

Nosotros a través de los microempresarios hemos estado luchando para que no haya discotecas aquí, sino que haya los bares galerías, un abanico de servicio para el turismo. No queremos que el cerro sea una cantina”.Manuel Vélez, Dueño de local