La visita del papa Francisco, el próximo 5 de julio a Ecuador, ha servido de plataforma para que cientos de jóvenes católicos se sumen a los grupos de voluntariado que ayudarán en las distintas actividades durante la estadía del pontífice.

Andrea Vintimilla y Luis Ochoa, ambos de 26 años, acudieron en el 2013 a Brasil, país donde el papa mantuvo un multitudinario encuentro en la Jornada Mundial de la Juventud y donde, afirman, comenzó para ellos una etapa de redescubrimiento de la fe.

Cambio de vida
Egresado de producción audiovisual en la Universidad de Especialidades Espíritu Santo, Luis Ochoa afirma que su formación espiritual la inició en el Movimiento de Vida Cristiana. Su vida laboral también ha estado ligada a su fe, tanto que actualmente se desempeña como maestro de religión en un colegio privado.

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Al inicio, revela, el viaje a Brasil era la oportunidad de conocer un nuevo país. Su inscripción como voluntario fue aprobada siete meses después de haber enviado sus datos. Aunque muchos de sus amigos también irían al encuentro, él viajó solo, recuerda.

“Cuando estuve en la jornada como voluntario se me cambió el panorama (...), yo estuve en los puntos de información, teníamos que ayudarlos a llegar a las distintas actividades, sentí que ayudé a las personas a que se encuentren con Dios”, sostiene Ochoa.

Su participación en esta cita, en la que hizo amigos de otros países, lo inspiró. “Hice conciencia de mi vida, estaba un poco alejado de Dios”, dice.

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En Brasil estuvo cerca del papa en tres ocasiones. La más cercana, cuando el pontífice se reunió con los voluntarios.

“Recuerdo dos cosas: agradeció que por nosotros las personas se encontraron con Jesús, eso me motivó, y que recemos mucho por él, eso me quedó muy guardado”, comenta.

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Servicio al prójimo
Andrea Vintimilla verá por segunda vez a Francisco en julio próximo, pero será la tercera jornada que participe con un papa. La primera, relata, se dio en Madrid en el 2011, cuando asistió a un encuentro de jóvenes con sus compañeras de Schoenstatt, que dirigió Benedicto XVI.

“Cuando vi a los voluntarios sentí que quería ser como ellos, ayudar a los demás”, dice Vintimilla, quien es veterinaria.

Su decisión fue más firme cuando organizó pulgueros, en los que vendía su ropa para reunir dinero y viajar a Brasil.

Allá, cuenta, trabajó en el sambódromo entregando kits de información a otros voluntarios y formó parte de los cordones de seguridad en la bienvenida del pontífice y en el viacrucis que se realizó.

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El año pasado, cuenta, su salud decayó y la mejoría que ha tenido en los últimos meses le permitió inscribirse de voluntaria. “Esta es mi forma de agradecer, uno siempre tiene el deseo de servir, ayudando en este encuentro es una manera de decir gracias a Dios por mi mejoría”, afirma. (I)

Desde que fui a Brasil soy más creyente, más abierta con las personas (...). Siempre he pensado y dicho que soy un instrumento de María y siempre que exista la posibilidad de ayudar a la Iglesia voy a estar disponible”.Andrea Vintimilla, Voluntaria católica