Las ciudades más grandes de España –Madrid y Barcelona– culminaron ayer las revueltas políticas más importantes que hayan tenido lugar en varios años en el país, con la investidura de alcaldesas de extrema izquierda. Las dirigentes anunciaron que reducirán sus sueldos, suspenderán los desahucios de viviendas y eliminarán los privilegios a los ricos y los famosos.

Estos cambios en las jefaturas políticas de ambas ciudades ocurren tres semanas después de que los electores, hartos de las medidas de austeridad y varios escándalos de corrupción, castigaran a los dos partidos tradicionales más grandes de España en los recientes comicios municipales.

En Madrid, la jueza retirada Manuela Carmena, de 71 años, juró como alcaldesa ante la aclamación y el júbilo de simpatizantes izquierdistas que atestaron las calles cercanas al Ayuntamiento. La multitud gritaba a coro “¡Sí podemos!”, después de que pusiera fin al dominio que el conservador Partido Popular ejerció durante 24 años en la capital española.

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“Queremos gobernar escuchando al pueblo, que nos llamen por el nombre de pila”, declaró Carmena al término de la votación en la que fue nombrada alcaldesa por la mayoría de nuevos concejales de Madrid.

En Barcelona, la activista que lucha contra los desahucios Ada Colau es la primera mujer que asuma el máximo cargo de la ciudad.

Carmena y Colau encabezaron sus candidaturas a las alcaldías como dirigentes de coaliciones de izquierda apoyadas por el nuevo partido Podemos, integrado el año pasado y que se caracteriza por estar a favor de los trabajadores. (I)