Un tribunal egipcio condenó este sábado a muerte al expresidente islamista Mohamed Mursi, derrocado por el ejército en 2013, por actos violentos y por fugarse de prisión durante la rebelión de 2011 contra el régimen de Hosni Mubarak.

Horas después de que esta condena, criticada por la organización de derechos humanos Amnistía Internacional y el presidente turco, dos jueces y un fiscal egipcios, así como su chofer, murieron a balazos en el primer ataque contra magistrados cometido en la península del Sinaí, indicó un responsable policial a la AFP.

El tribunal impuso también la pena capital a un centenar de acusados, entre ellos varios dirigentes de los Hermanos Musulmanes.

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El muftí de Egipto (autoridad religiosa) habrá de pronunciarse sobre la sentencia, antes de que se la confirme o invalide, el 2 de junio, pero su punto de vista no es vinculante.

El expresidente puede apelar la sentencia, incluso después de que el muftí se pronuncie al respecto.

El abogado defensor Abdel Moneim Abdel Maksoud afirmó que si Mursi "decide que apelemos el veredicto, lo haremos. Si sigue sin reconocer al tribunal, no apelaremos", agregó.

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Para la organización de defensa de los derechos humanos, Amnistía Internacional, el veredicto del sábado refleja "el estado lamentable del sistema de justicia penal del país".

"La pena de muerte se ha convertido en la herramienta favorita de las autoridades para eliminar a la oposición política", agregó la organización con sede en Londres.

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El presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, también criticó la decisión del tribunal: "Desgraciadamente, el presidente electo por el pueblo de Egipto con 52% de los votos ha sido condenado a muerte", declaró el mandatario.

Para Erdogan, "lamentablemente, Occidente sigue haciendo la vista gorda ante el golpe de Estado de Sisi".

Mursi ya había sido condenado a 20 años de cárcel en abril en un primer proceso, por incitar a reprimir a manifestantes opositores el tiempo que estuvo en el poder, entre 2012 y 2013.

El tribunal que lo juzgó en El Cairo debía pronunciar su veredicto en dos casos.

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En el primero, tanto a Mursi como a otros 128 acusados -incluyendo miembros de los Hermanos Musulmanes, el Hamas palestino y el Hezbolá libanés- se les juzgaba por evasiones masivas de la cárcel y actos violentos ocurridos durante la revuelta popular de 2011 que expulsó al entonces presidente Mubarak del poder.

En el segundo, Mursi estaba acusado de espionaje, entre 2005 y 2013, principalmente en beneficio de Hamas, de Hezbolá y de Irán. En este proceso, el ex presidente, que comparecía sonriente desde un cubículo insonorizado, escapó a la pena capital, con la que fueron castigados otros 16 acusados.

El predicador islamista catarí Yusuf al Qaradaui, uno de los condenados a muerte en el proceso por la evasión, fue condenado en ausencia.

Mursi, quien enfrenta otros dos procesos -uno por "desacato a un tribunal" y otro por dar información clasificada a Catar- fue derrocado en julio de 2013 por el ex jefe del ejército y actual presidente, Abdel Fattah al Sisi, tras un año en el poder.

Desde entonces, las autoridades han emprendido una dura represión contra el movimiento político del expresidente.

Activistas de derechos humanos consideran que el gobierno de Sisi ha sido mucho más represivo que el de Mubarak, expulsado de la presidencia, tras haberla ocupado durante 30 años.

Tras el derrocamiento de Mursi, la represión llevada a cabo por policías y soldados dejó más de 1.400 muertos, la mayoría manifestantes islamistas. Además más de 15.000 personas fueron encarceladas, la mayoría miembros de la organización Hermanos Musulmanes, a la que pertenece Mursi. (I)