Los truenos se escuchaban en distintos sectores de la ciudad pasadas las 17:00 del domingo. En algunas zonas del centro y norte lloviznó, pero fue en el noroeste donde se registraron ventarrones y una tormenta eléctrica por más de una hora.

Los vientos causaron el desprendimiento de los techos de dos viviendas en el sector de Flor de Bastión, en el bloque 11, sector Tiwintza. La torrencial lluvia anegó la zona y a la altura del bloque 4, el cerramiento de otra casa colapsó por la crecida del canal. Las calles se convirtieron en ríos y el agua les daba a la rodilla a quienes viven en la parte baja de las pendientes.

José González, técnico del Inamhi, explicó que las tormentas eléctricas se dieron por tres factores.

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Uno, el incremento de temperaturas tanto máximas como mínimas (procesos termodinámicos locales).

Los otros dos se refieren al ingreso de humedad de las perturbaciones amazónicas provenientes de la cordillera de los Andes y el descolgamiento de la zona de convergencia intertropical (desplazamiento de nubes). Este tipo de precipitación no se puede determinar con antelación, sostuvo.

En los tres últimos días de abril las temperaturas se dispararon a los promedios de los últimos 30 años, que eran máximo de 32°C. En esos días se llegó a una mínima de 25,6°C y a una máxima de 34.2° C, dijo.

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El domingo llovió solo por sectores en la urbe. En la estación Aeropuerto cayeron 0,7 mm y en la ciudadela Universitaria, 1,6. Mientras, en el noroeste (Flor de Bastión, Monte Sinaí y El Fortín) se registró 66 mm de lluvia, acompañada de vientos de hasta 10 metros por segundo. Esta velocidad podría, incluso, obstaculizar el sobrevuelo de los aviones, según el técnico del Inamhi.

La casa de Paola Muñoz fue una de las afectadas. Ella cosía una prenda y luego de escuchar un estruendo se levantó la plancha de zinc. La mayor parte de los enseres se mojaron. “Yo vivo sola, me asusté mucho al ver (por el balcón) cómo en otras casas también se levantaban los zinc”, dijo.

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A su vecina, Esperanza Mazamba, le ocurrió lo mismo. “Yo me quedé sentada, no podía hacer nada más, solo observar el río que se formó dentro de mi casa”, expresó la adulta mayor, quien durmió acurrucada en la esquina seca de su colchón.

Los amigos del barrio le ayudaron a sacar el agua de las casas. Ambas coinciden en que es la primera vez que sienten un ventarrón como se dio pasado domingo. Los hijos de ambas llegaron de otros cantones para ayudarlas y colocar nuevamente el techo, que está deteriorado y con huecos.

Blanqui Montoya, del bloque 4 de Flor de Bastión, también pasó momentos de angustia al ver cómo el agua ingresaba a su vivienda. “Traté de guardar los enseres, pero cuando escuché un estruendo me fui a refugiar con mis cuatro hijos en el dormitorio”, recordó la mujer. El ruido que la asustó se produjo por la caída del cerramiento de su casa, que colinda con un canal. Ayer, la mujer y su hijo mayor rescataban las planchas que formaban la pared exterior.

Otros habitantes, como Lorena Peñafiel, tuvieron que hacer huecos en las paredes para que desfogue del agua que ingresó a las casas. (I)

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34°C
Es la temperatura máxima que se tuvo en 3 días de abril.