De un lado, Ramiro Endara, el restaurador. Del otro, Misael Cevallos, campesino de Riochico que lo asistía en varios trabajos por la habilidad de sus manos. Jalando con fuerza, la tarde del 1 de agosto del 2012, ambos lograron desenvainar el sable que, hasta ese entonces, solo se presumía que le había pertenecido al general Eloy Alfaro Delgado, líder de la Revolución Liberal.

La pieza –junto a otra similar atribuida a su lugarteniente Pedro J. Montero– fue entregada al presidente Rafael Correa por exmiembros del grupo insurgente Alfaro Vive Carajo (AVC), el 28 de enero de ese mismo año, a propósito del centenario de la Hoguera Bárbara. Este, a su vez, la encomendó al Centro Cívico Ciudad Alfaro.

Los AVC sustrajeron los sables del Museo Municipal de Guayaquil en 1983.

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Durante meses, técnicos de Ciudad Alfaro y del Ministerio de Cultura y Patrimonio intentaron sacar la hoja, pero temían dañarla. Entonces se conformaron con iniciar la intervención del estuche.

En esos primeros exámenes químicos determinaron que “los materiales encontrados en la composición de la obra han sido usados desde la antigüedad para elaborar armas. No se encontraron vestigios de elementos que indiquen la época actual”.

Esos resultados, más el origen de las piezas (los ex-AVC) e información documental, dieron los primeros indicios de que, en efecto, el sable podría haber sido del ‘Viejo Luchador’.

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Endara cuenta que una vez que la vaina estuvo limpia se pudieron apreciar “ciertas pérdidas de metal, a manera de huecos milimétricos en la superficie, a través de los cuales se notaba que el sable se encontraba atascado internamente con una cuña de madera, la cual imposibilitaba su desmontaje”.

Y resolvió poner solvente por los orificios; así reposó dos días. Antes de jalar el sable golpearon los costados de la vaina. Una vez afuera, Endara inició el proceso de restauración aplicando químicos y sales.

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Cuando ya estuvo limpio y pulido, a fines de ese mismo agosto, en la hoja se distinguió la inscripción en alto relieve que, según la tradición alfarista, caracterizaba a todas las armas de ese tipo que usaba Alfaro: “No me saques sin razón, no me envaines sin honor”.

“La limpieza mostró detalles ocultos que confirmaron que el sable era de Alfaro, como la frase que todos habíamos esperado”, refiere el restaurador.

Para Melvin Hoyos, director del Museo Municipal, la inscripción por sí sola no es una muestra de que la pieza le pertenecía al general Alfaro.

“Ese pensamiento puede haber sido puesto por otra persona. Digamos que es 50-50”, opina. Pero agrega que él sí cree que se trata del original.

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Tatiana Hidrovo, presidenta de Ciudad Alfaro, indica que la pieza ya está “estabilizada” tras llegar en malas condiciones.

En una siguiente fase se harán más estudios. “Hay que hacer investigación de la pieza con respecto al uso que le daba Eloy Alfaro; por otra parte, queremos hacer un estudio iconográfico”, dice ella, aunque admite que por la austeridad en el país no será a mediano plazo.

Hoyos indica que la decisión de pedir que los sables robados retornen al Museo Municipal le corresponde al alcalde de Guayaquil, Jaime Nebot.

Pero Hidrovo advierte que no cabe ningún reclamo del Municipio porque la Ley de Patrimonio Cultural indica que los bienes de los héroes le pertenecen a los ecuatorianos. (I)