Luis Chiluisa es uno de los más de cien inmigrantes que cada mañana se instala en los alrededores de la madrileña plaza Elíptica para “enganchar”. Es decir, para intentar conseguir un empleo ocasional en el sector de la construcción. Son trabajos temporales, por horas, pagados “en negro”. “Chapuzas” en la jerga de quienes se ven abocados a buscar oportunidades laborales en la economía sumergida. El caso del ibarreño y el de sus acompañantes a la luz del alba evidencian la existencia de una bolsa de empleo sumergido que representa el 11 por ciento del PIB español y que se traduce en 1,8 millones de puestos. El dato lo acaba de publicar un estudio elaborado por el Consejo Empresarial para la Competitividad (CEC) formado por las grandes empresas españolas como Telefónica, Inditex, BBVA o Banco Santander.