Nos recibe con una gran sonrisa. A simple vista se ve que es una mujer optimista, de risa contagiosa; al hablar de su hijo, sus ojos muestran un brillo especial.

Mientras se conversa con ella es difícil entender cómo una persona que se muestra tan alegre haya vivido un periodo oscuro en el que estuvo a punto de perder la cordura y la fe, según confiesa.

Se trata de Juliana Hernández, de 40 años, residente de Villa Club, quien a través de dietas especiales para personas alérgicas e intolerantes a ciertos tipos de alimentos mejoró la salud de Ricardo, su hijo menor, quien a los 3 años fue diagnosticado con trastorno espectro autista leve, más conocido como síndrome de Asperger, y además con el tiempo esa preparación de dietas se convirtió en un negocio.

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Este síndrome es un conjunto de problemas mentales y conductuales que forma parte de los trastornos del espectro autista. La persona afectada muestra dificultades en la interacción social y en la comunicación, de gravedad variable.

Físicamente, Ricardo se ve como un niño normal, ve televisión, le gustan los dulces que Juliana le prepara sin gluten ni lactosa y juega con sus vecinos con carros o muñecos guerreros, como cualquier niño de 5 años, pero esta no era la realidad de la familia hace un par de años, cuando tanto ella como Andrés, su esposo, entraron en desesperación.

Ricardo tuvo que alimentarse solo de leche materna hasta que cumplió 2 años. “Él tenía un problema metabólico, no toleraba ningún alimento que tuviera leche, su reacción alérgica era instantánea porque le aparecía una franja roja en el cuerpo que parecía salpullido”, cuenta Juliana.

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“Desde que nació nos olvidamos de lo que era dormir las ocho horas seguidas, mi hijo se despertaba tres y hasta cuatro veces por la noche, hasta que cumplió 3 años, cuando empezamos con la dieta”, cuenta.

Ella nunca se imaginó que las recetas que comenzó a preparar, sin saber mucho de cocina, terminarían ayudando en la rehabilitación de su hijo y en una forma de sustento económico que mantiene hasta ahora.

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Para Juliana, su hijo tenía algo especial que los doctores no habían podido descubrir. “Era un niño serio al que no le gustaba la cercanía de las personas ni el contacto físico. Cuando se molestaba por algo se ponía muy violento, al punto de que yo no tenía más opción que encerrarlo en el cuarto porque me daban miedo sus reacciones, destruía todo, y yo lloraba mucho y me dejaba consumir por la angustia”, dice.

Los tres primeros años de Ricardo pasaron entre cuartos de hospitales y pediatras. “Ningún doctor me decía qué tenía, uno de los pediatras lo único que me dijo al ver la conducta que tenía es que de grande iba a ser un hombre bravo”. “Yo hasta llegué a pensar que sí tenía sentido, porque mi esposo tuvo un abuelo con un carácter especial y pensé que podía ser un factor que tenía que ver con mi hijo”, agrega entre risas.

Cansada de que los médicos no respondieran sus preguntas ni le dieran un diagnóstico preciso con medicación adecuada, empezó a investigar en la web, así descubrió que tenía este síndrome y que según testimonios y opiniones de especialistas, llevar una dieta sana era fundamental para su recuperación.

“Tuve que bajarme recetas de internet y tratar de elaborarlas, fue muy difícil porque muchos ingredientes que sustituyen el azúcar, la leche, entre otros alimentos, no existen aquí, me tocó improvisar y al principio fue una gastadera de dinero por todo lo que se desperdiciaba, pero poco a poco fui mejorando y ahora todos en casa, mi esposo y mis dos hijos, comemos así”.

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Juliana cuenta que la recuperación de Ricardo fue inmediata. “Empezamos con la dieta y mi hijo comenzó a dormir, dejó de tener crisis de histeria y empezó a relacionarse mejor con las personas”, cuenta.

Ella, asombrada por la mejoría de su hijo, decidió emprender el negocio para poder ayudar a otras familias que atraviesan la misma situación. Así creó Campher, un negocio que maneja desde su casa y que se encarga de entregar pedidos de bocaditos o tortas para personas alérgicas o intolerantes a algún ingrediente específico. Tiene además galletas, mermeladas, nutella, muffins, pan, entre otros.

“Yo pregunto qué molestias tiene la persona, qué ingredientes no puede comer según el doctor y con esa información cocino”, dice. “Siento que esta es mi misión: poder ayudar a que otras familias no tengan que vivir lo que yo viví”.

Dicen de ella “Es superfiel, siempre te anima a seguir adelante, es una persona muy positiva, superapasionada con lo que hace. Su hijo es el motor de su vida”.Viviana Ssotomayor Amiga

Puedes contactarla al: 603-1722 o en Facebook: Campher Gluten Free Ecuador.