Los insurgentes tomaron el control de tres poblados estratégicos y un cruce fronterizo con Siria.

Es el golpe más reciente contra el primer ministro Nuri al-Maliki, que lucha por salvar su carrera política incluso mientras fuerzas más allá de su control llevan al país hacia un enfrentamiento sectario definitivo.

En un reflejo de la amarga división, miles de combatientes chiíes fuertemente armados —ansiosos por enfrentarse a los insurgentes suníes— marcharon a través de ciudades de Irak en desfiles estilo militar donde muchos de ellos enfrentaron a las fuerzas estadounidenses hace un lustro.

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Los poblados de Qaim, Rawá y Aná son los primeros en ser capturados en la provincia de Anbar, habitada en su mayor parte por suníes, al oeste de Bagdad, desde que combatientes del Estado Islámico para Irak y el Levante tomaron la ciudad de Faluya y partes de la capital provincial de Ramadí este mismo año.

La captura de Rawá a orillas del río Éufrates y el cercano poblado de Aná parecían formar parte de una marcha hacia una presa crucial en la ciudad de Haditha, que fue construida en 1986 y tiene una hidroeléctrica que produce unos 1.000 megavatios. La destrucción de la represa afectaría adversamente a la red eléctrica del país y provocaría graves inundaciones.

Funcionarios militares iraquíes indicaron que más de 2.000 efectivos fueron enviados rápidamente a la presa para protegerla contra un posible ataque de los insurgentes suníes. Hablaron a condición de guardar el anonimato porque carecen de autorización para hacer declaraciones a la prensa.

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Hussein Alí al-Aujail, alcalde de Rawá, dijo que los extremistas saquearon las oficinas del gobierno municipal y obligaron a desplegar a las fuerzas locales del ejército y la policía. Rawá y Aná habían permanecido bajo control gubernamental desde que la cercana Faluya cayó ante los combatientes suníes en enero.

Los extremistas suníes del EEIL han creado un amplio feudo a lo largo de la frontera sirio-iraquí y desde hace tiempo la han cruzado sin mayores problemas, pero el control sobre puestos fronterizos como el de Qaim les permite mover más fácilmente armas y equipo pesado a distintos campos de batalla.

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Los rebeldes sirios ya han incautado las instalaciones del lado sirio de la frontera y varios puestos fronterizos más en áreas bajo su control.

Funcionarios policiales y del ejército dijeron el sábado que los insurgentes suníes habían tomado Qaim y su paso fronterizo, a unos 320 kilómetros (200 millas) al oeste de Bagdad, luego de matar a unos 30 efectivos iraquíes en enfrentamientos el viernes que se extendieron todo el día.

Los funcionarios, que hablaron a condición de guardar el anonimato porque carecen de autorización para hablar con los periodistas, dijeron que ahora la gente cruza la frontera sin ninguna restricción.

El teniente general Qassim al-Mussawi, principal vocero militar, reconoció la caída de Qaim, diciéndoles a los periodistas que tropas auxiliadas por miembros de tribus locales buscaban limpiar a la ciudad de "terroristas".

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