El príncipe Guillermo y su esposa, Catalina, fueron recibidos este jueves con vítores y banderas británicas en la pequeña ciudad neozelandesa de Blenheim, donde también rindieron homenaje a las víctimas de la guerra en el marco de su gira por Nueva Zelanda y Australia.

La pareja real británica depositó un ramo de rosas en el monumento de recuerdo a las víctimas de esta ciudad situada en la Isla Sur del país, donde observaron un minuto de silencio y luego saludaron a veteranos de la Segunda Guerra Mundial, muchos de ellos en silla de ruedas.

El lunes, Guillermo y Catalina empezaron una gira que les llevará también a Australia y que es la primera en la que están acompañados por su hijo de ocho meses, el príncipe Jorge.

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Tras la ceremonia, la familia real paseó por la ciudad, donde fueron recibidos con vítores de la muchedumbre, que en algunos casos llevaban esperando varias horas su llegada. Catalina, de 32 años, llevaba un vestido azul del diseñador británico Alexander McQueen y el pelo recogido en un coleta.

Sin embargo, los habitantes de Blenheim no pudieron ver al príncipe Jorge, que se quedó en Wellignton, la capital, donde está instalada la familia real durante los diez días que durará su visita al país. El miércoles el bebé real pudo jugar con otros bebés neozelandeses ante las cámaras de televisión.

"Es increíble que hayan venido hasta Blenheim," dijo Vicky King, una habitante de esta ciudad de 30.000 habitantes en el corazón de la región de Marlborough, conocida por sus vinos, que pudo hablar con Catalina.

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"Estaba muy nerviosa pero al final es una madre como yo, fue muy fácil hablar con ella", aseguró.

Guillermo y Catalina también se reunieron con el director de cine Peter Jackson en el Omaka Aviation Heritage Centre, un museo dedicado a la aviación.

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Luego volvieron a Wellignton, donde acudieron a una recepción oficial y Guillermo desveló un retrato de su abuela, la reina Isabel II.