El gobierno y los actores económicos suizos intentaban buscar ayer una estrategia para hacer frente al “Sí” a limitar la entrada de europeos en su mercado laboral, una decisión aprobada por referéndum el domingo, que complica las relaciones del país con la Unión Europea, su primer socio comercial.

A pesar de que los opositores a ese texto aprobado por una ajustada mayoría temen consecuencias graves, las autoridades reaccionaron con pragmatismo, una virtud muy suiza, anunciando que el gobierno presentará hacia fines de este año en el Parlamento un proyecto de ley que retomará las principales disposiciones del texto que pide “el fin de la inmigración masiva”.

En Suiza, las cifras del desempleo para el mes de enero muestran una tasa sin cambios de 3,5%. En la Eurozona, la tasa de desempleo es de 12,1%.

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Suiza debe reunirse con la Comisión Europea “para explicar lo que el pueblo decidió y lo que quiere”, declaró Valentin Vogt, jefe del patronato.

Las repercusiones económicas de una limitación de la inmigración son aún difíciles de evaluar, pero crean un clima de incertidumbre para las empresas, y pueden costarle 80.000 empleos, según los economistas del Crédit Suisse.