Seguro y creativo. Así es Xavier Patiño, un artista guayaquileño, de 52 años, que desde niño amaba dibujar, hacer cuentos y perderse en un mundo ficticio donde él era capaz de concebir a los protagonistas y sus historias.

Su amplia experiencia en la pintura y escultura lo ha llevado a estar presente en más de cien exposiciones, entre colectivas e individuales, dentro y fuera del país.

En su taller, ubicado en el bloque 2 del centro comercial Urdesa, se aprecia el peculiar espacio que todo artista requiere. Cuadros, materiales, pinturas, y muchos elementos que por todos lados forman parte del entorno que tarde a tarde le sirve para hacer lo que le gusta. Un grupo de circunferencias de diferentes colores llama la atención. “Es una de las obras que presentaré en mi próxima exposición, el 20 de enero, en la galería de arte dpm (en Circunvalación Sur 111 A y Víctor Emilio Estrada), de Urdesa”, nos adelanta.

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Estudió en la Escuela de Bellas Artes y se graduó como licenciado de Artes Plásticas en la Universidad de Espicialidades Espíritu Santo. Luego su interés lo llevó a unirse a varios compañeros para alquilar un espacio en el centro de la ciudad, que se convertiría en el lugar de encuentro y desempeño del grupo artístico La Arte Factoría, que lo integraban Marcos Restrepo, Flavio Álava, Jorge Velarde, Paco Cuesta y Marco Alvarado.

“En ese momento no teníamos un concepto muy claro porque éramos unos chicos muy jóvenes con poca educación especializada, pero lo que nos juntaba eran las ganas, el deseo de trabajar y de producir obras”, explica

Esta integración los llevó a varias exposiciones en las que sus trabajos de a poco iban alcanzando reconocimiento y del cual podían sustentarse. Bajo el nombre de Arte Factoría, recuerda, estuvieron juntos cerca de nueve años, aunque sumando los años de trabajo grupal llegaron a más tiempo. Luego, esta agrupación se disipó y cada uno tomó un rumbo diferente, pero enfocados en el arte.

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Patiño empezó como docente desde muy joven, dando clases de dibujo y pintura en el International School, luego fue maestro en un taller de arte en el Policentro y así empezó a relacionarse con la cátedra en varias instituciones. Fue profesor en la carrera de Diseño Gráfico de la Escuela Superior Politécnica del Litoral (Espol) durante 18 años y tras este cargo fue el mentor junto con otros intelectuales en la creación del Instituto Tecnológico de Artes del Ecuador (ITAE) con el objetivo de ofrecer un centro académico de formación superior de artistas, donde hasta el mes pasado se desempeñó como rector, función en la que estuvo diez años.

“Me gusta mucho la docencia, he dedicado bastante tiempo de mi vida a eso y también a producir mi trabajo preparando muestras. Esto es mi vida y a esto me dedicaré siempre”, dice con convicción.

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De hecho, su jornada diaria la divide entre las clases de dibujo, pintura y proyectos, que imparte en las mañanas en el ITAE. Hasta las 17:00 es jefe de Evaluación Interna de este centro y el resto del día lo dedica a sus creaciones en su taller, donde lleva diez años de trabajo.

Bajo la perspectiva de quien se relaciona frecuentemente con potenciales jóvenes artistas, Xavier expresa que el medio está cambiando desde que llegó el ITAE. Para él, este centro ayuda a construir un escenario artístico sólido. “Ahora hay más exposiciones, más actores culturales, sobre todo artistas jóvenes que están luchando por ganarse un espacio dentro y fuera del país y eso es excelente”.

Con cierto aire despreocupado, pero certero en cada frase, Xavier define que los cambios generacionales originan cierto tipo de zozobra en cuanto a si se les debe o no llamar arte a aquellas obras que rompen los esquemas tradicionales. “Es normal y sucede en todas partes del mundo. Los grandes cambios que se han dado en la historia del arte han generado esas reacciones, porque no son aceptados fácilmente”.

Dicen de él

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“Estoy orgullosa de él, es un gran artista que se compromete al máximo en todo lo que hace, es un conciliador innato y responsable”. PAMELA HURTADO, esposa