Sus edades oscilan entre los 6 y 14 años. Son de diferentes estratos sociales y tienen necesidades diversas. Pero si algo caracteriza a los niños de esta época es haber nacido en una era vasta en tecnología. Hoy ellos celebran su día internacional y relatan a este Diario sobre el acceso que tienen a equipos como los smartphones (celulares inteligentes), computadoras e internet, además de los desarrollados juegos de video.

Para Rubén y Ángel, de 12 y 9 años, en su orden, no es novedad tener a su alcance un equipo móvil avanzado. El primero ostenta un iPhone 5 y el segundo, un LG Optimus GT540.

¿Para qué tener un smartphone de esta clase? Ambos sostienen que además de estar más comunicados con sus padres, les permite divertirse en su tiempo libre. No solo tienen juegos en sus celulares, sino redes sociales y aplicaciones para editar fotos y videos.

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Ángel, por ejemplo, utiliza el Skype para hacer videocam con su padre, que vive en Estados Unidos, y también tiene sus correos personales. Mientras que Rubén usa Aokify y MegaPhoto para editar sus gráficas; en sus descargas constan juegos como Temple Run y Subway Surf.

La realidad de ambos, que viven en Urdesa norte y la av. Samborondón, es algo diferente a la de Kashama, Derlis y Melanie. El primero tiene 14 años y reside en Mucho Lote; el segundo es de 6 y habita en el suburbio, mientras que la última tiene 9 años y es del Guasmo sur. Ellos no poseen celulares propios, ya sea por limitantes económicas o porque sus padres no se lo permiten.

Según el INEC (Instituto Nacional de Estadística y Censos), el grupo etario de entre 5 y 15 años que utiliza celulares está representado en un 8,8%, en todo el Ecuador. De acuerdo con la institución, en todo el país hay 4’333.264 niños y niñas de 0 a 12 años de edad.

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Tanto Kashama y Melanie anhelan tener un celular. Los que han manipulado hasta ahora pertenecen a sus familiares cercanos. Los padres del primero no le permiten tener un teléfono hasta que al menos él cumpla los 15 años, mientras que por la niña, la falta de dinero le impide “darse lujos”.

A Derlis, en cambio, no le interesa tener un celular. No obstante, al niño le tienen permitido usar los de sus parientes.

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Lo que todos manejan constantemente son computadoras. Ellos son parte de una de las estadísticas del INEC, que cita que los niños de entre 5 y 15 años son parte del segundo grupo etario que utiliza estos equipos, con el 54,1%. Están por debajo del grupo de entre 16 y 24 años, que representa el 66,4%.

Todos saben lo que es Google, YouTube y Facebook, aunque de esta última red social no tengan cuentas Ángel ni Melanie. Y pese a que sí la han abierto Rubén, Kashama y Derlis, sus padres manejan sus claves y acceden a las cuentas de sus hijos cuando gusten para revisarlas.

“En estos tiempos no podemos confiar en nada. Ahora es fácil que a ellos los contacte cualquier desconocido, por eso el padre debe estar pendiente. Yo le prohíbo que suba fotos o información personal”, dice José Wong, padre de Kashama.

Es por esta razón que no les permiten tener cuentas en redes sociales a Ángel ni a Melanie. “Cuando sea más grandecita y vaya al colegio, ella podrá abrirse ese Facebook”, dice José Delgado, papá de Melanie.

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Ella accede a computadoras solo cuando va a los cibers. Todos los niños, a excepción de la menor, tienen también otra distracción: los videojuegos.

Pero además de los riesgos a los que puedan estar expuestos los niños actualmente por el fácil acceso a las tecnologías, para Evelyn Brachetti, doctora en psicología clínica y educativa, los mayores problemas se palparán cuando estos sean adultos y se conviertan en personas individualistas y que tengan dificultades en el manejo pertinente en vínculos sociales.

“La tecnología está limitando a los niños a jugar y a vincularse con amigos y hasta con la misma familia, porque si los ponen a elegir entre jugar con sus padres y estar en sus aparatos, ellos elegirán lo último, evitando las relaciones interpersonales”, manifiesta la experta.

Sin embargo, aclara que no se puede evitar el acceso a las tecnologías por la sociedad mediatizada en la que vivimos. Sugirió que los padres deben regular el uso de los equipos tecnológicos para que los niños no se vuelvan dependientes a estos.