A cuatro días de cumplirse un mes del derrame de 5.500 barriles de crudo en Wínchele, provincia de Esmeraldas, entre sus habitantes aún existe malestar por la afectación causada al medio ambiente, pese a las tareas de remediación que realiza la compañía de Oleoductos de Crudos Pesados (OCP).
En el sitio aún se percibe olor a hidrocarburo, aunque en la zona directa de impacto ya no se observa la espesa mancha negra que se expandió el pasado 8 de abril a lo largo de 30 mil m², cuando se rompió una de las tuberías del oleoducto que administra la OCP.